29/8/19

INCENDIOS EN AMAZONAS: EL EXTRACTIVISMO LLEVA A LA DESTRUCCIÓN DEL PLANETA


A una semana de publicado el informe anterior, la atención internacional sobre los incendios en el Amazonas y otros bosques tropicales de sudamérica aumentó en la misma proporción que los propios incendios. Debe ser por eso que ahora los gobiernos quieren por un lado mostrar como que se están ocupando del tema y por otro tratar de apagar las llamas, no en el territorio, sino en los medios y la opinión pública.
Una semana después de que el tema estalló en todo el mundo y a pesar de las teatralizaciones de ocasión, los incendios continúan. Las hectáreas quemadas y los focos de incendios se siguen multiplicando, tanto en Brasil, como en Bolivia, en la misma proporción en que aumenta la preocupación internacional. Los datos siguen siendo muy retaceados y cuesta encontrarlos, pero su contundencia mata todo tipo de relato que pretenda montarse respecto cualquier de especulación subjetiva en torno al tema, sus causas y consecuencias, sea de la tendencia que sea.

NUNCA LOS VAN A APAGAR SI PRIMERO NO DEJAN DE PRENDER FUEGO

Los incendios no se van a apagar con aviones hidrantes, o mandando al ejército, ni con ayuda internacional y ni siquiera con una temporada de lluvias, si primero no se atacan las causas que los están provocando: la mano desaprensiva del hombre que acerca un fósforo y combustible al bosque y las políticas de estado de gobiernos de turno en los estados neocoloniales (sean del signo partidario que sean). Como ya hemos dicho en este espacio de expresión, en materia de incendios forestales el peor combustible es la desidia, la cual hoy se exhibe sin oudor en todos los estamentos del poder de los países involucrados.
Por más que quieran apagarlos y destinen esfuerzo y dinero para ello, mientras sigan premitiendo que se prenda fuego, los incendios van a continuar más, hasta destruir todos los bosques, con las consecuencias que ello nos acarrea. Indefectiblemente van a continuar mientras hayan gestiones de gobierno (y expresiones políticas de todo tipo) avalando esta destrucción, mediante legislaciones que autoricen la quema y la deforestación, así como el posterior cambio de uso del suelo, para destinarlo a cualquiera de las variantes del extractivismo.
Los incendios continuarán  mientras los gobiernos sigan sosteniendo falacias como esa de que el uso indiscriminado de los bienes naturales sea la única alternativa válida para el progreso, o que el  aumento de los niveles actuales de consumo e industrialización sea la única opción viable para el crecimiento de los pueblos. Mientras esa forma de pensar no cambie, los incendios y el resto de los mecanismos de destrucción de la vida sobre el planeta, indefectiblemente continuarán.
  
Las consecuencias de los incendios en los bosques tropicales de Brasil (der) y Bolivia (Izq) son las mismas, independientemente de la orientación partidaria del gobierno de turno: la devastación no tiene orientación política , pero si sistémica, ya que de una manera u otra es resultado del modelo extractivista.
  
  
DOS CARAS DE UNA MISMA MONEDA  
 
El mapa muestra una cuadrícula con las concentraciones de
incendios del 15 al 25 de agosto, en escala cromática de ama-
rillo a rojo: Las zonas más afectadas corresponden al sur de
la Amazonía brasilera y la Chiquitanía boliviana. La pequeña
imagen satelital muestra que las columnas de humo denso es-
tán presentes tanto en territorio brasilero como en el boliviano.
Fuente: elmundo.es a partir de datos e imágenes de la NASA.
En estos días, tanto Jair Bolsonaro como Evo Morales, con grandes porciones de sus países ardiendo, volvieron a ratificar al modelo extractivista como política de estado, ya que ambos ratificaron la legislación de cuya aplicación en el territorio se dio origen a este desastre que hoy amenaza a toda la humanidad. Los decretos y demás decisiones administrativas que permiten quemar bosque y deforestar fueron convalidadas en los congresos de ambos países y defendidas por ambos mandatarios en sus discursos, mientras en esos países y en el resto del mundo se suceden las protestas y movilizaciones para que se ponga fin de una buena vez a esta tragedia.
Jair Bolsonaro dijo que los parques nacionales y reservas indígenas en el Amazonas son excesivas (apenas alcanzan el 14%) y que hay que venderlas para que sean tierras productivas (ya hay un decreto para vender tierras fiscales). En la misma sintonía, Álvaro García Linera (vicepresidente de Evo Morales) ha sostenido que los Parques Nacionales deberían ser abrogados (hoy varios de ellos están quemados). Ambos presidentes, a pesar de mostrarse antagónicos, han llevado a cabo la misma política de negociar con el capital transnacional de los agronegocios y la burguesía local ganadera, la destrucción de los bosques para ampliar la frontera extractivista. Ambos son responsables de mercantilizar la vida y el territorio en detrimento de los pueblos.
Evidentemente, ambos regímenes políticos no sólo tienen al extractivismo como política de estado, sino que lo predican con una suerte de fanatismo fundamentalista. Los funcionarios de ambos países minimizan la tragedia, se burlan de los ambientalistas, los hostigan y persiguen, ignoran las demandas de los pueblos originarios y banalizan todas las cuestiones vinculadas a la conservación del ambiente, cuando en realidad son fundamentales, primero para preservar la especie humana y segundo para combatir sus inequidades sociales.
La Confederación de Organizaciones Indígenas de la Cuenca Amazónica (COICA), que nuclea a puelos originarios de Brasil, Bolivia, Perú y Colombia, declararon a ambos presidentes "personas no gratas", acusándolos de genocidio ambiental y cultural. Los incendios y desmontes en este año están dejando a más de un millón de indígenas damnificados, que seguramente deberán abandonar sus territorios o serán expulsados de los mismos para seguir engrosando los cordones marginales de las grandes ciudades. Esta denuncia fue elevada a los organismos específicos de derechos humanos y pueblos originarios de las Naciones Unidas.
¿De qué le sirve a los fanáticos del sistema decir que Bolsonaro y Morales (o en todo caso sus gestiones de gobierno) no son lo mismo, cuando en definitiva, la resultante final de la aplicación de sus políticas de estado, que es lisa y llanamente la destrucción del planeta sin atenuantes, si lo es?
Se le sigue esquivando el bulto a la cuestión y continuar en ese circulo vicioso de las impostaciones y las teatralizaciones, sin aportar un enfoque integrador de los problemas que pueden llevar a la desaparición de la humanidad en los debates políticos, es como discutir si es mejor la silla eléctrica o la inyección letal, cuando el problema ético real es la convalidación de la pena de muerte.

El fuego en los bosques tropicales de Sudamérica no corresponde a un solo gran incendio, sino a miles, como se dijo antes. Tampoco es que se originaron en un país y pasaron a otro, sino qu cada país tiene los suyos. En la secuencia de imágenes satelitales se observa el único incendio registrado que traspuso fronteras internacionales en estos días. Se trata de la triple frontera entre Bolivia, Brasil y Paraguay. El punto tripartito se localiza en la confluencia de los dos ríos que se observan. La imagen de la izquierda fue tomada días antes, la segunda se observa que el incendio se inicia en territorio boliviano y en su trayectoria de sur a norte pasa a Brasil. En la imagen de la derecha de unos días después, se observa que la circulación del aire cambia de dirección y por ende el fuego vuelve a territorio boliviano y traspone la frontera con Paraguay hacia el sur-oeste. Proyecto Copernicus, satelite Sentinel 5.

  
Y PARA CUANDO EL CAMBIO DE PARADIGMA?

El intelectual Leonardo Boff sostenía que el capitalismo se comporta como anti-vida en todo sentido, generando dos grandes injusticias de carácter global:
●  Una social, dejando a gran parte de la humanidad en la miseria y la marginalidad, producto del reparto desigual de la riqueza económica.
● Otra ambiental, destruyendo la biodiversidad sobre el planeta y manipulando genéticamente el secreto de la vida con los transgénicos, exponiendo a grandes cantidades de la población al envenenamiento masivo, catastrofes y éxodo.

Este razonamiento es bastante claro para discernir que de nada sirve atender las problemáticas sociales sin ocuparse al mismo tiempo de las ambientales, como pretenden los modelos políticos vigentes dentro del sistema capitalista corporativo globalizado actual. Conviene aclarar (más allá de que hoy el capitalismo es la forma impuesta en todo el mundo) que la diferencia en este sentido entre capitalismo y socialismo queda reducida a una mera declamación cuando en escencia, ambos sistemas también eligieron al extractivismo como mecanismo de progreso y desarrollo (el desastre nuclear de Chernobyl o la desaparición del Mar Aral en la ex URSS son ejemplos de ello).

Insistir en este modelo es como reincidir en el viejo paradigma de los espejitos de colores o como seguir avalando la teoría del derrame elucubrada por el neoliberalismo y puesta en práctica por el populismo. El problema es que el sistema (en su afán de perpetuarse) no ofrece alternativas a las viejas fórmulas, por lo tanto hay que construirlas, pues ya está probado que los modelos que no atiendan las inequidades sociales y la destrucción ambiental de manera integrada, vínculadas entre sí, con enfoque integrador y como un solo problema de todas y todos, llevan indefectiblemente a la destrucción del planeta. Por eso creo conveniente volver a remarcar que, más allá de las impostaciones o los floreos retóricos, el extractivismo, sea por derecha o por izquierda, conduce indefectiblemente a lo mismo: la desparición de toda forma de vida sobre la faz de la tierra, incluida la humanidad.
 

21/8/19

BRASIL, BOLIVIA, DEFORESTACIÓN, INCENDIOS: DOS MODELOS ANTAGÓNICOS CON LAS MISMAS CONSECUENCIAS


Desde hace unas semanas ocupa la atención del mundo los incendios forestales que están ocurriendo en la región amazónica. Desde hace unos meses también se viene alertando a cerca del drástico incremento en la deforestación de esta zona.

En la web se pueden conseguir mapas de la deforestación (izq) y los incendios (der) en tiempo real. El de la izquierda muestra las áreas deforestadas más recientes en tonos rojizos a fucsia. El de la derecha muestra los puntos calientes color verde fluo y las zonas contaminadas por humo de tonos oscuros. En ambos casos, los territorios más afectados son el suroeste de Brasil, el este de Bolivia y en menor medida, el norte de Paraguay.
     
Las alertas no son en vano: los bosques tropicales de la cuenca del Río Amazonas proveen una cuarta parte del oxígeno que respira la humanidad. Más de la mitad de esta región está dentro de Brasil, sin embargo el resto está compartida por Bolivia, Perú, Ecuador, Colombia y Venezuela.
Los bosques tropicales de Sudamérica además se extienden (de norte a sur) por las Guayanas, la Cuenca del Orinoco, las Yungas o nuboselvas montanas (Colombia a Argentina), el Matto Grosso, el Gran Chaco y la Selva Paranaense.
A estos bosques se les ha denominado con justa razón "el pulmón verde del planeta" por ser la mayor masa vegetal del planeta y, como se sabe, las plantas verdes, a través de su proceso de fotosíntesis, generan el oxígeno necesario para que el resto de los seres vivos sobre la faz de la tierra puedan vivir.
Sobre las causas de los incendios de grandes magnitudes como estos, las debemos buscar siempre en las de tipo antrópico, tanto en terreno respecto de quién enciende un fósforo como en las decisiones de estado de los territorios involucrados respecto de los modelos de desarrollo en ellos implementados. Sobre este punto en concreto ya nos explayamos bastante en este espacio de expresión.
Quien suscribe, a demás de contar con capacitación en materia de incendios rurales y forestales, ha tenido la posibilidad de estar in situ en los incendios del monte cuyano entre 2000/2004 y de los bosques patagónicos entre 2011/2015, además de tener acceso a información estratégica (de carácter público pero retaceada por los estados) que ha permitido determinar mediante su análisis un mismo hilo conductor en la intencionalidad de estos fenómenos, el cual en este caso vuelve a repetirse.

Quiénes son los responsables?

El capitalismo corporativo globalizado tiene a EEUU, Rusia, China y la Comunidad Europea como las principales sociedades de consumo demandantes de bienes naturales en todo el planteta y consecuentemente sus esquilmadores a gran escala. Estos estados, sus autoridades y los dueños de sus corporaciones son los responsables primarios en la destrucción del planeta, pues además son quienes en el marco de la economía de mercado, fijan el rumbo, ritmo y modalidad en materia de explotación de bienes naturales a nivel mundial.
La responsabilidad específica en la pérdida de los bosques tropicales (secundaria si se quiere, en base a lo anterior, pero indisociable e inexcusable) recae en forma categórica sobre Brasil, ya que su extenso territorio abarca la mayoría de éstos y es el principal deforestador a nivel mundial. Sin embargo, los demás países no se quedan atrás: Bolivia, Colombia, Perú, Argentina y Paraguay (en ese orden) también están entre los países más deforestadores del mundo.
Entre estos países (de economías fuertemente primarizadas) y aquellos (llamados desarrollados) hay un fuerte vínculo, ya que las exportaciones de materias primas baratas van en un sentido y las de tecnología de alto costo en otro, en balanzas casi siempre desiguales. Además, las corporaciones que extraen los bienes naturales masivamente de éstos países, son de aquellos otros.
    
Según las estadísticas de los últimos años de Global Forest Watch (GFW, Observatorio Mundial de Bosques) Brasil ocupa el primer lugar en el ranking de la deforestación de bosques tropicales a nivel mundial, Bolivia está en quinto lugar y dentro de los 10 también figuran Colombia y Perú.
Si se consideran a todos los bosques (no sólo a los tropicales), Brasil sigue siendo el primero, Bolivia pasa al octavo lugar, Argentina aparece noveno y Paraguay décimo.
Conviene aclarar que la distinción entre los bosques tropicales y el resto de los bosques no es antojadiza: los primeros son los que producen más oxígeno y porque contienen la mayor biodiversidad del planeta, concentrando más de la mitad de especies de seres vivos que hasta el momento han sido registrados por la ciencia.
La deforestación y los incendios del Amazonas si bien vienen de vieja data y han mantenido un crecimiento sostenido a lo largo de los años, actualmente con las estadísticas en permanente crecimiento, tienen una figura casi excluyente como responsable y es el presidente de Brasil, Jair Bolsonaro, cuyas decisiones políticas de estado se han basado precisamente en incentivar la aceleración en el avance desenfrenado de la frontera extractivista, con medidas concretas que han apuntado a ello, acusando a ambientalistas de "frenar el desarrollo" e incluso discurseando sobre que son los autores materiales de los incendios.
No obstante, la posición de Bolivia como uno de los principales deforestadores en el mundo no deja de llamar la atención, sobre todo porque este proceso en ese país se dio en los últimos años. Todo ocurre de esta manera, a pesar de tratarse de un país relativamente pequeño y con una población mucho menor, y de estar presidido desde hace varios años por la emblemática figura de Evo Morales, quien se ha mostrado ante el mundo como originario y defensor de la naturaleza y la Madre Tierra. Sin embargo este personaje también ha dictado la legislación permisiva que llevó a esta tragedia ambiental, a pesar de la oposición de la población local que le advirtió respecto de las consecuencias que hoy están a la vista, sobre todo den los pueblos originarios que hoy lo han perdido todo: bosques, campos, ríos y sitios sagrados.
Que Bolivia aparezca en los primeros lugares mundiales en materia de deforestación a la par de Brasil no es por arte de magia.
 
Consecuencias:
 
Es materia conocida los numerosos problemas que genera la deforestación en el mundo: pérdida de biodiversidad, destrucción de los ecosistemas, pérdida del suelo, erosión, inundaciones, extinción de los pueblos originarios, exodo de la población hacia los cordones marginales de las grandes ciudades, hambrunas, guerras, etc.
Los incendios además de todo esto, generan una gran cantidad de gases de efecto invernadero en un lapso muy corto de tiempo y alteraciones severas en la atmósfera que afectan a la salud de la población y obligan a un mayor consumo de energía en las grandes ciudades, así como también suspender el tráfico aéreo.
También es conocido que las causas de la deforestación son fundamentalmente vinculadas al avance de la frontera extractivista: monocultivos transgénicos con agrotóxicos, ganadería intensiva, extracción megaminera y petrolera, papeleras, grandes represas, expansión de ciudades, etc. Ésta es una segunda etapa de destrucción de los pueblos (luego de la deforestación propiamente dicha que es la primera), ya sea por el envenenamiento masivo de la población que producen las diferentes variantes de esta modalidad extractiva de gran escala o por las desigualdades y el despojo que generan en las poblaciones locales, terminando también en el hambre.
El famoso dicho "pan para hoy, hambre para mañana" si bien es de vieja data, pareciera haber sido instaurado por el modelo extractivista, que (ya sea por derecha o por izquierda) ha dado lugar a "las venas abiertas de América Latina", a cambio de espejitos de colores (como hace 500 años) o ni siquiera eso, según el caso.
 
Datos concretos:
  
País
Territorio cubierto de bosques en 2015 (FAO)
Deforestación
en 2017 (GFW)
Deforestación
en 2018 (GFW)
Incendios en agosto 2019 (estimativo)
Hectáreas
% mundial
Hectáreas
% pérdida
Hectáreas
% pérdida
Hectáreas
% pérdida
Brasil
493.538.000
12,33
4.519.833
0,92
5.866.965
1,19
4.000.000
0,81
Bolivia
54.764.000
1,37
463.194
0,85
617.682
    1,13
417.000
0,76
  
Al año 2015 y según estadísticas de la FAO, Brasil tenía más del 12% de los bosques del mundo y Bolivia más del 1%. El año 2016 (que no aparece en el cuadro) fue el de mayor deforestación en el mundo registrado hasta el momento, según GFW, con cifras más altas a las expuestas. Tal parece que el 2019 batirá un nuevo record, ya que tan solo en los incendios de agosto, Brasil y Bolivia perdieron casi lo mismo de bosques que en un año entero de deforestación.
Las estimaciones sobre superficie incendiada fueron tomadas de informes periodísticos en el caso de Bolivia y de cálculos propios en el caso de Brasil, a partir del dato concreto de mas de 74.000 incendios forestales ocurridos en ese país en el último mes.
Más allá de la diferencia de tamaño y población, los dos países presentan un avance de la deforestación similar en cuanto a porcentajes. Al ritmo actual de aceleración de la pérdida de cobertura forestal y de continuar en esta escala de crecimiento, una simple operación aritmética con las cifras expuestas puede darnos una pauta de las estimaciones a las que ya desde distintos ámbitos se han arribado: ambos países podrían perder todos sus bosques dentro de 28 a 30 años.
  
Qué tienen en común Evo Morales y Jair Bolsonaro?
  
Que, más allá de los antagonismos discursivos, de los fuertes matices en sus gestualidades democráticas, de sus políticas sociales de corto plazo, etc. ambos en el fondo representan diferentes facetas de un solo sistema: el capitalismo, implementando en sus territorios el modelo extractivista.
El punto es que, mientras algunos fanáticos se sensibilizan por ciertas comparaciones políticas, los bosques siguen ardiendo para satisfacer las necesidades de los imperios a los que todos los gobiernos de los estados neocoloniales (sean del signo que sean) les abren las puertas al saqueo y la depredación. Sea de una u otra manera, el resultado es el mismo: la destrucción lisa y llana de la toda forma de vida.
Consecuentemente, el resultado es el mismo: la pérdida masiva y casi total de los bosques tropicales de Sudamérica y sus consecuencias a mediano y largo plazo, como ser la extinción masiva de especies y la pérdida de fuentes de oxígeno necesario para respirar, a niveles que puede llegar a comprometer la existencia de la humanidad en el futuro, tal como ocurre con la generación de gases de efecto invernadero. En definitiva y más allá de los discursos de barricada, los datos duros están evidenciando que en materia de supervivencia de la especie humana, ambos modelos (llamense populistas o neoliberales), por ser capitalistas y extractivistas, llevan indefectible a la destrucción del planeta.
Está todo perdido? definitivamente no: está en quienes lo habitamos, hacer algo para frenarla, empezando por cambiar, no de caripelas, sino de sistemas económicos y políticos que nos van destruyendo como humanidad, por otros diferentes a los que ya existieron, que tengan a la ecología como agenda de discusión política, que nos aseguren un reparto equitativo de los bienes naturales y el territorio, su uso responsable sin generar envenenamiento de la población ni destrucción del ambiente, y una existencia naturalmente prolongada de la humanidad como especie.