El trasfondo sicológico de la desmesurada fiebre del oro no es otra cosa que pura y desenfrenada avaricia, que falsos ilumnadolobistas (falsos iluminados que al mismo tiempo son lobistas, y para que al lector no queden dudas: bien demostradamante falsos iluminados), prentenden vendernos como "mística"
La desmesurada voluntad extractivista arengada a trocha y mocha por funcionariempresarios (funcionarios que al mismo tiempo son empresarios o más bien empresarios que se hacen funcionarios para que sus insolventes empresas funcionen y que al mismo tiempo no funcionen las prestaciones que el estado debería brindar a la ciudadanía) no tiene asidero más que en la no menos desmesurada avaricia que pareciera poseerlos por completo y guiar deliberadamente cada segundo de su accionar, porque es evidente que todas y cada una de sus determinaciones, hasta la más mínima, obra en función de ello.
Sólo así se puede apenas esbozar un atisbo de lo que esa avaricia representa y poder entender el sinsentido de tantas tropelías cometidas por esos políticoempresarios. Avaricia que se confirma a la hora de necesitar recortar una ínfima parte de sus ganancias, porque a pesar de la vocación entreguista del gobierno, a veces las papas queman y no hay de donde manotear, más que de las mencionadas superganancias que se fugan a la vista de todos. Vaya como ejemplo lo que pasó en Chile hace unos días cuando el presidente tuvo la "osadía" de enviar al congreso de su país un proyecto de ley para recortar un mínimo de esas fabulosas ganancias, que establecía llevar las regalías mneras de 4 a 8 % (en Argentina es de 3 %) y la estabilidad fiscal de 12 a 8 años (en Argentina es de 30 años). Obviamente tuvo un amplio rechazo.
Se entiende entonces la teoría del derrame esbozada en tiempos neoliberales y exacerbada al máximo en tiempos ladrirpogresistas, las mineras lo entienden muy bien, "derramando" todo tipo de sustancias al ambiente, en vez de beneficios. Pero el meoyo no es ese, aunque no deje de ser una de las principales preocupaciones eso de que destruyan nuestra casa, claro, pero también está la demostración impúdica de los dogmas del posneoliberalismo ladriprogresista y sus definiciones sustanciales, que son las que llevan adelante todo tipo de atropellos: "Avaricia" es una escuétamente resumida manera de expresar el paradigma existencial de las corporaciones megamineras: "lo mío es mío y lo tuyo es mío" el otro paradigma megaminero es que en función del paradigma anterior "hago lo que quiero, como quiero, donde quiero" conjunto de acciones resumidas escuetamente como "devastación"
En Argentina la cosa no es muy diferente, basta con mencionar el caso de las interminables idas y vueltas del enturbiado tratamiento de la Ley de Protección de Glaciares, en cuyas últimas alternativas no sólo quedaron evidenciados los mencionados paradigmas y su influencia en la toma de decisiones por parte del gobierno en temas que son verdaderamente importantes para el futuro de la nación y su pueblo, también quedó evidenciado que la disputa política en la que pretenden mantenernos inmersos los gobernantes y sus medios, al igual que la mayoría de los supuestamente opositores, es en el fondo ficticia.
En el tratamiento de estos temas, (que repito, son los verdaderamente imprtantes para el futuro de la nación y su pueblo), queda demostrado que el PRO y el FPV son lo mismo, porque representan a los mismos intereses corporativos, la única disputa que hay entre ellos es la interna del Partido Justicialista, que ellos, (a modo de cortina de humo y en su interminable afán de ambisión, arrogancia y soberbia), pretenden hacernos creer que es una confrontación nacional en la que según ellos, todos los bípedos debemos estar involucrados y fijar posición () porque supuestamente está en juego la institucionalidad democrática, cuando en verdadse trata sólo del reparto de la torta capitalista. La arenga oficialista es "o estás de un lado o estás del otro", sin permitir opinión ni dar lugar a matices, el resto del papel del ciudadano es ser mero e intrascendente espectador, no te queda otra, si te revelás te van a querer pisar.
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