27/5/11

SOBRE LA INTERVENCIÓN DE BEATRIZ SARLO EN 6-7-8


En el preciso momento en que, carcomidos por el hastío, ciertos sectores de la platea del canal de TV publicitario oficial comenzaban a vociefar por lo bajo "volvé Sofovich", ocurrió que sin previo aviso se cortó por un instante la interminable monotonía transmisiva, pero por desgracia para nosotros ese influjo vital fue tremendamente esporádico, tanto que a pocos días de ocurrido, ya es un vago y lejano recuerdo.

El devaneo retórico oficialista es harto inteligente y sagaz en el sentido de cumplir con su objetivo principal que es construir un andamiaje prácticamente inexpugnable en base a pura acción discursivo-propagandística basada en estigmas apócrifos, con usufructo exacerbado de viejas muletillas como eso del entrecomillado de conceptos, de las letras gigantes en rojo (tipo crónica tv) y la descontextualización y recorte de imágenes y dichos porque sólo metiendo mano en la historia se logra un aggiorno que encaje a medida con sus pretensiones de alto vuelo. Porque ahora no sólo se trata de acumular lo que más se pueda manotear en el menor tiempo posible, también está la desbocada vocación por figurar en los libros de la historia, por más que para ello sólo va quedando la alternativa de enmendar con liquid-paper los ejemplares de futuras ediciones, aunque  sabido es que quzás sólo trascenderán cuando algún arqueólogo del futuro de casualidad en alguna excavación olvidada dé con sus joyas (fabricadas con oro sucio) o los restos fósiles de una picadita inconclusa matizada con huevitos de esturión del Volga y burbujitas de Baron-B
Es evidente que los desposeídos de Argentina están más preocupados por llenar la olla que en saltar el cerco del sistema cuasi-dinástico-feudal que los somete, y eso los de arriba lo saben perfectamente y lo manejan muy bien; porque esa pseudocorriente de pseudopensamiento pretendidamente autodenominada nacional y popular, flaquea en el sentido de que quien se aluda como receptor de la misma (después de llenar su panza), tenga el privilegio de contar con al menos dos dedos de frente, no tardará demasiado en dilucidar que apelan a imponer una postura en base a la reiteración de prejuicios infundados de conductas ajenas, ya que la veracidad de sus propios actos no sólo no es capaz de traccionar por sí sola agua para su molino, sino que actúa en su contra como una suerte de salvavidas de plomo o efecto boomerang, como quedó demostrado en las elecciones de 2009, o sea, aprendieron la lección rápidamente (el apropiador artífice del saqueo es muy inteligente, sino no hubiera concebido el saqueo y la apropiación del patrimonio nacional); y por eso ahora es más facil denostar al supuesto adversario que merituar su propio accionar (más aún si hay mucho que ocultar).
La hegemonía del poder político-empresario en Argentina tiene su basamento en la constitución de alianzas heterogéneeas pragmáticas y verticales donde de una u otra manera, por efecto derrame e independientemente de los montos, tod@$ cobran lo que pretenden o más bien se conforman forzosamente con las migas de la torta que les caen de arriba, como una suerte de paralelismo con "El Hombre Mediocre" de José Ingenieros.
En el caso de la intervención de Beatriz Sarlo en ese proto-pasquín panfletario llevado a formato caja boba, se hizo elocuente la farsa de la oratoria vacua urdida desde los servicios de inteligencia del estado (o como quiera que se llame ahora ese organismo o el que lo reemplace), pero desafortunadamente para ellos populismo no es progresismo. Sin demasiada estirdencia ni voleos en el uso de la palabra, la mujer dejó al desnudo la andanada dialéctica que atosiga al ciudadano, con clichés remanidos, como el de la militancia rentada, los neoyupies de Puerto Madero y su agencia de colocación; y ese denodadamente amorfo engendro pseudo-intelectual inverosímil de pretender cambiar el modelo teniendo como únicos y encumbrados referentes a quienes lo engendran y lo implementan.
Sin ánimo de desviar el tema, no puedo dejar de mencionar que permanentemente esta última proposición me trae a colación ciertas tergiversaciones discursivas a las que de continuo nos toca de manera involuntaria asistir, como por ejemplo la ideologización de vocablos eminentemente técnicos a la que son adictos algunos político-empresarios para definir el invento conceptual ficticio de la "minería sustentable" para justificar la devastación del territorio nacional en pos de un supuesto desarrollo económico; por cierto verdadera tomada de pelo, cuando no una burla a la buena fe del ciudadano, porque hasta un impúber en su más tierno despertar intelectual puede darse cuenta que una actividad como la minería basada en la extracción de recursos naturales no renovables (o sea que se van agotando a medida que se los saca) no pude ser tildada de sustentable.
Pero volviendo al punto, sin haber profundizado demasiado respecto de sus pergaminos, me quedó claro que esa señora no necesita tanta sobreactuación ni misticismo trucho para sostener un debate, sobre todo si del otro lado esos implementos constituyen artículos de limpieza empleados de manera recurrente para esconder la basura debajo de la alfombra, como varios de los que estaban ahí, que oportunamente mamaron a sabiendas durante toda la dictadura y el menemismo y ahora (como si en un abrir y cerrar de ojos desaparecieran todos los archivos) se creen algo así como una suerte de Ana Arendt bajando de la Sierra Mestra.
Ese es el el signo de los tiempos en esta, la década hipócrita.
 

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