El día 7 de noviembre del corriente año, en el diario
digital "MDZ Online" apareció una
nota titulada "La sombra neonazi en el poder K", firmada por el
periodista Gabriel Conte, quien también es director periodístico del mencionado
medio.
El contenido de la misma es una investigación periodística
que versa sobre la designación de Rodolfo Barra como integrante del concejo de
la magistratura, muy pecualiar respecto de las alternativas que tuvo dicha designación,
teniendo en cuenta el pasado de este no poco trascendente personaje de la
política argentina: ex miembro de la Corte Suprema de Justicia de la Nación, Ministro de
Justicia de Menem y Auditor General de la Nación de De la Rúa. Cuando fue ministro
de Menem, en 1996 fue forzado a renunciar por las denuncias respecto de su
pasado neonazi, recordando que el pripio Menem recibió oportunamente una dura
reprimenda epistolar de la comunidad internacional, que en pleno apogeo de las
"relaciones carnales" derivó inevitablemente en tal determinación. El
hecho es revelador, ya que la comunidad judía en su momento toma de por sí
verídicas las denuncias contra Barra, por el mismo hecho de presionar con
inusitada vehemencia (aunque muy por lo bajo, claro está) a Menem para que lo
haga renunciar.
El hecho es que ahora, Rodolfo Barra es designado como
miembro del Consejo de la
Magistratura, en la más absoluta discresión, en una maniobra
que evidentemente y tal como lo demuestra la nota, tiene el sello indiscutido de
la Casa Rosada.
Más allá del hecho narrado en el artículo, que en escencia
me parece aberrante y repudiable y cuyo análisis más profundo, sin lugar a
dudas, puede ser motivo de otro posteo en este espacio de expresión; lo que se
quiere exponer ahora es el hecho concreto de que la nota fue quitada del portal
al día siguiente de ser publicada, sin mayor explicación o comentario, tanto
del medio como de su autor. Yo particularmente me entero de tal circunstancia
porque a la nota la había
posteado en facebook y mis contactos comentaron su misteriosa
desaparición, hecho que obviamente fue inmediatamente corroborado por mí.
El lector podrá ingresar a los vínculos de la nota y
verificar:
Estos vínculos, obviamente, actualmente no derivan a nada,
sin embargo todavía siguen apareciendo en buscadores como Google (VER)
El otro hecho muy curioso es que desde el día en que la nota
fue levantada del portal, Gabriel Conte, su autor, no volvió a publicar ninguna
nota suya, siendo que como director periodístico del medio, hasta ese momento
prácticamente lo hacía en forma diaria.
Al momento de escribirse la presente, él sigue figurando
como Director Periodístico del medio y de hecho él sigue posteando las notas
del diario en su cuenta de tweeter y facebook. De hecho la nota en cuestión fue
posteada por su autor en ambas.
El posteo del autor de la nota en su cuenta particular de
tweeter con el vínculo original a la misma, al momento de haber sido publicada
en el diario (ver original),
también lo subió a facebook (ver)
En reiteradas oportunidades envié correos y comentarios al
medio para que nos den una explicación a los damnificados, hasta el momento no
hubo respuestas y por lo tanto mis sospechas de censura continúan y las quiero
dejar sentadas:
La nota estaba muy buena, tenía un montón de datos y fuentes
reveladoras, por eso la había posteado en Fb y varios amigos interesados se
quedaron sin poder leerla. Desafortunadamente la levantaron ¿por qué? ¿quién lo
hizo? ¿estamos ante un caso de censura o autocensura? ¿RB les mandó una carta
documento? Me llama la atención el hermetismo y silencio en torno a esto, sería
lamentable que todo esto fuera como pienso.
El texto original de la nota fue copiado y pegado ACÁ (mal por
no citar el autor y/o la fuente). De todos modos por si las garras de la
censura también pasan por ese sitio, pego el texto a continuación, aclarando,
por supuesto, que es la nota de la que estamos hablando, con la autoría y
orígen ya citados...
La sombra "neonazi" en el poder K: la historia
detrás de las designaciones de jueces clave
Rodolfo Barra, ex ministro de Justicia de Carlos Menem que
propuso una "ley mordaza" para periodistas y eligió renunciar en
lugar de explicar las denuncias que lo señalaban como neonazi, es jurado para
la designación de jueces de relevancia crucial en la estructura del poder. Aquí
una breve historia de cómo el Gobierno (y algún aliado circunstancial) lo
dejaron pasar.
Si un juez termina siendo "tuyo" o "mío", ¿es juez? ¿O se transforma en un escribano de una de las partes. ¿Y si el juez no tiene otra opción que ser "nuestro" o "de ellos"? Trasladado al plano de la realidad argentina, ¿puede pretender un grupo empresario o un Gobierno que los jueces, antes de ser elegidos para ocupar su posición, tomen partido por uno o por otro?
Evidentemente, si eso ocurriera alguna vez el juez dejaría
de ser juez, al menos deacuerdo a lo que establece la Constitución vigente
y aunque, por los artilugios que permiten las ya famosas trampas de la ley
(según el dicho popular) terminara sentándose en el estrado y ejerciendo como
tal.
La sensibilidad política y social se encuentran, en este
aspecto, en un punto máximo. Todos sospechan de todos y cualquier información
puede ser tildada de "operación", y viceversa.
Pero un hecho que dejó traslucir con pelos y señales el
Diario Judicial merece detener el paso rápido del debate.
En una especie de invocación a los fantasmas del pasado,
vamos a hablar de Rodolfo Barra, el aludido por el mencionado medio al hacer
alusión a una caliente discusión en el seno del Consejo de la Magistratura, el
órgano constitucional que tiene como deber designar a los magistrados y
administrar el Poder Judicial.
Los olvidadizos, las nuevas generaciones, los cultores del
carpe diem no recordarán, posiblemente, que la década de los años lo tuvo como
uno de los hombres importantes del poder.
Fueron los años en que más trabajo estatal tuvo el abogado
Barra: secretario de Obras Públicas de la Nación desde el 10 de julio hasta el 18 de
diciembre de 1989, dejó el cargo para transformarse en secretario del Interior
del Ministerio del Interior desde el día siguiente a su renuncia hasta el 18 de
abril de 1990.
Allí fue designado juez de la Corte Suprema de
Justicia de la Nación,
cargo que ejerció desde el 25 de abril de 1990 hasta el 20 de diciembre de
1993. Nueve días después de su renuncia, pasó de ser miembro del más alto
tribunal del país a desempeñarse como vocal del Directorio del Instituto
Nacional de Administración Pública hasta el 30 de mayo de 1994. Entonces, fue
director del Proyecto de Préstamo de Fortalecimiento de la Administración de
Justicia; convencional constituyente nacional, desde el 13 de mayo hasta el 24
de agosto de 1994 y, finalmente, ministro de Justicia de la Nación desde el 16 de junio
de 1994 hasta el 10 de julio de 1996.
La revista Noticias dio a conocer su pasado neonazi.
Esta es la fecha importante: Barra dejó de ser ministro de Justicia de Carlos Menem luego de que las entidades judías argentinas reportaran su presunta militancia neonazi y un pasado que incluiría hasta el incendio de sinagogas.
Barra no respondió a las acusaciones. Tampoco aclaró si eran
ciertas o mentirosas. Renunció.
A partir de entonces Menemlo hizo: lo nombró su asesor
presidencial “ad honorem” en temas inherentes “al niño por nacer”. Volvió a
cobrar sueldo público más tarde desde un lugar de menor exposición que el cargo
de ministro o la Corte
hasta que fue convocado para presidir nada menos que la Auditoría General
de la Nación
desde el 13 de diciembre de 1999 hasta el 1 de febrero de 2002.
Allí cultivó muchas amistades y se rodeó de otras que ya
poseía: abogados que luego pasarían a formar parte de un esquema que el
periodista Horacio Verbistsky se cansó de denunciar como “operadores” en
favor de empresas que teían vínculos con el Estado. De hecho, el presidente del
Cels y hombre fuerte a la hora de asesorar a la presidenta Cristina Fernández
de Kirchner bautizó a Barra como “intelectual orgánico de la Patria Contratista”.
Links del ayer con el hoy
Un hecho vincula a Barra con los tiempos actuales: su iniciativa impróspera de generar una "Ley mordaza" contra la prensa que no resultara afín al Gobierno.
Pero, ¿por qué hablamos de unos episodios que muchos
quisieran enterrar entre las pesadillas del pasado? Porque hoy su presencia no
es un fenómeno onírico, sino real.
Por otro de los hechos que lo resucitan: representando a la Universidad de La Matanza, en donde ejerce,
por concurso, la docencia, Barra fue popuesto en una larga nómina de jurados
para la designación de jueces.
Tanta fue la suerte, que su nombre llegó al seno del Consejo
de la Magistratura
en donde un episodio en torno a su proposición como jurado no puede ser dejado
pasar. Barra fue recusado por uno de los miembros del cuerpo, el abogado
mendocino Daniel Ostropolsky quien argumentó como principal elemento su condición
de neonazi, ni más ni menos, señalando que el aludido candidato a terminar
siendo elector de jueces jamás explicó las denuncias que se le formularon desde
las entidades judías y optó, como lo digimos antes, por renunciar en lugar de
desmentir.
El Consejo dejó pasar una reunión, luego dos hasta que
finalmente el pasado 1 de noviembre, Día de Todos los Santos, la nota de
Ostropolsky fue tratada y discutida.
El picudeo
Allí los posicionamientos de los integrantes del Consejo de la Magistratura podrían dejar boquiabierto hasta el más ducho en asuntos escabrosos: el representante del Poder Ejecutivo, Hernán Ordiales y el de las universidades, Manuel Urriza, defendieron a capa y espada la "legalidad" -echando mano a cuestiones meramente reglamentarias y sin analizar el fondo de la grave cuestión formulada por el consejero de los abogados del Interior- sostuvieron la continuidad de la candidatura a jurado de Rodolfo Barra.
¿Qué tarea le tocaría al hombre en cuestión? Jurado titular
del concurso 282, destinado a cubrir un cargo en la sala I de la Cámara Contencioso
Administrativo Federal de la
Capital. En sus manos estaría (estará, de prosperar su
designación) decidir quiénes serán los jueces que tienen que investigar y
determinar actos de corrupción cometidos por funcionarios públicos.
“Incendió una sinagoga en el 65”, dijo en la sala
Ostropolsky y agregó que perteneció a la “organización Tacuara y fue el autor
de la Ley Mordaza”.
Como respuesta, le ofrecieron dejarlo pasar ahora y actuar
de otra forma ante casos similares que se presenten en el futuro y que
presenten la misma duda reglamentaria, vale decir, si correspondía impugnarlo
ahora o había que haberlo hecho antes del momento de la discusión a la que
hacemos alusión.
Dice el Diario Judicial: “Ha tenido que renunciar en 1996
como ministro por ser antisemita”, remarcó Ostropolsky visiblemente ofuscado, y
concluyó: “me da vergüenza la postura de la comisión”. “Me da vergüenza que se
invoquen argumentos como ese”, retrucó Urriza y agregó que “eso es segregación
cultural”. “Gran mérito de Barra que siendo aristocrático y fascista está dando
clases en esa universidad” agregó el presidente del Consejo en defensa de la Universidad pública y
tras hacer un raconto de los extractos sociales que concurren a aquella
universidad. “Barra no necesita enemigos, porque apoyan su candidatura”,
retrucó nuevamente Ostroposlky; a lo que Urriza, ironizando, contestó: “no le
entendí, porque soy de la universidad de la Matanza”, ironizó.
Ese fue el nivel del picudeo en el Consejo de la Magistratura hasta
que intervino, inesperadamente, el representante de los abogados de la Capital Federal,
Alejandro Fargosi, quien, a su turno, se plegó a la visión del oficialista
Ordiales y de Urriza, señalando que “no coincide en lo más mínimo” ya que “no
me parece excluirlo de la lista de jurados por pensar diferente”.
El juego de los mismos
Aquí vale hacer otro descanso para conocer un poco más el complejo entramado judicial. Es que bajo estos mismos argumentos reglamentaristas de los mismos miembros del Consejo de la Magistratura se produjo otra designación (mediante el ya célebre "concurso 140) señalada como polémica por el Cels, entre otros organismos: la del ahora juez Luis Rodríguez, que debe determinar si el propio Ostropolsky, entre otros, cometió un delito, tras ser acusado por el oficialismo en medio de la disputa por el 7D y los intereses encontrados con el Grupo Clarín.
Sobre él escribió Horacio Verbitsky: "Ex secretario del
ministro de la Corte
menemista Rodolfo Barra y de estrecho vínculo con los trillizos Fernández que
desde la SI
(Secretaría de Inteligencia) realizan una política judicial paralela, también
fue objetado su desempeño como juez de la causa por el asesinato de Mariano
Ferreyra: no admitió como querellante a la madre de la víctima, dilató cuanto
pudo las indagatorias y detenciones de los acusados y no mostró diligencia para
investigar posibles sobornos o tráfico de influencias entre imputados del caso
Ferreyra, intermediarios y jueces de la Cámara Nacional de
Casación Penal. Sus demoras pese a la insistencia del fiscal hicieron que se
perdieran los mensajes de texto de los imputados, ya que la empresa telefónica
sólo los conserva durante noventa días".
Mismo método en dos concursos, mismos consejeros con los
mismos argumentos. Y Barra, ex jefe de Rodríguez en la Corte.
El desenlace
La discusión que no ocurrió en un concejo deliberante de algún pueblo perdido del país, sino en el seno del Consejo de la Magistratura, terminó con una votación que finalmente desencadenó en continuar con el trámite del concurso tal y como está.
Así, el proceso del 282 para llamar a concurso cuyo jurado
quedó integrado por Aldo E. Suárez y Selva A. Spessot (magistrados); y, José L.
Palazzo (docente, Universidad Nacional de Córdoba) y Rodolfo C. Barra (docente,
Universidad Nacional de la
Matanza) como miembros titulares.
A favor de continuar con el trámite que incluyó a Barra
votaron los consejeros Stella Córdoba, Mario Fera, Carlos Moreno, Hernán Ordiales,
y Manuel Urriza, en tanto que Oscar Aguad votó en contra aunque aclaró que lo
hizo porque consideraba una mejor opción la postergación del tratamiento.
Un detalle importante para la democracia
El Consejo de la Magistratura es un órgano permanente del Poder
Judicial de la Nación,
incorporado a la
Constitución mediante la reforma constitucional realizada en
el año 1994, y se encuentra regulado por la Ley 24.937, norma que fue reformada parcialmente
por la Ley
26.080.
Las atribuciones del Cuerpo han sido establecidas por el
art. 114 de la
Constitución Nacional, en los siguientes términos: “El
Consejo de la
Magistratura, regulado por una ley especial sancionada por la
mayoría absoluta de la totalidad de los miembros de cada Cámara, tendrá a su
cargo la selección de los magistrados y la administración del Poder Judicial.”
Dice: “El Consejo será integrado periódicamente de modo que
se procure el equilibrio entre la representación de los órganos políticos
resultante de la elección popular, de los jueces de todas las instancias y de
los abogados de la matrícula federal. Será integrado, asimismo, por otras
personas del ámbito académico y científico, en el número y la forma que indique
la ley.”
Y finalmente, una vuelta al primer párrafo de esta nota, en
donde las preguntas nos indagan a todos sobre el fondo de las cosas y no en
torno al relato oficial que se formula: el espíritu del funcionamiento del
cuerpo está en que sus equilibrios son tan delicados que se hace necesario para
designar o acusar a un juez que haya consenso. Lo que parece reclamarse de los
miembros en estos tiempos, sin embargo, es subordinación. O la muerte cívica.
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