No es que Jorge Julio López volvió a aparecer y se lo
chuparon de vuelta: es la forma dialéctica que se le ocurrió a Sebastián
Echarry, del portal digital "La
Marcha" quien escribió una nota
periodística referida a la destrucción de una obra artística que había sido
realizada en su homenaje, en una pared de la vía pública, en la ciudad de Mar
del Plata, por parte de grupos de tareas que evidentemente operan para sectores
fundamentalistas e intolerantes afines al gobierno nacional, tal como quedó
plasmado en la misma pared donde se ejecutó este acto de atropello y censura.
Ilustración alusiva a la desaparición de Jorge Julio López, realizada por Chelo Candia, quien es autor de la historieta sobre la cual está basada el mural pintado en su memoria en Mar del Plata, que reciéntemente fuera tapado con pintura blanca sobre la que escribieron consignas afines al gobierno nacional.
El mural "desaparecido" estaba en una pared de los
galpones de la estación de trenes de Mar del plata, ubicada en una de las
veredas de la Avenida
Luro (una de las vías públicas más importantes de esa
ciudad). Había sido pintado hace un año y medio y el autor de la
historieta reproducida en el mismo había incluso participado en los pasos
previos a su confección. Incluso unos días antes de que ocurrera esto, había
sido restaurada con motivo de cumplirse 6 años de la última desaparicion
física de Jorge Julio López.
La historieta narrada se denomina "Griten" y
pertenece al artista Chelo Candia, oriundo de la Patagonia, reconocido
muralista dedicado al arte popular de compromiso social (VER
que hace y piensa), quien además es un referente social de gran
reconocimiento. Particularmente en esta historieta, se ve reflejada de
manera simple y contundente, la arenga silenciosa de los desaparecidos en democracia. La
obra fue reproducida una incontable cantidad de veces, de diversas menras,
estilos y artes a lo largo y ancho del país, reconociendo tal condición hasta
su propio autor: "Creo que nunca una historieta argentina fue apropiada de
tal forma por el pueblo"
No es la primera vez que hacen desaparecer murales alusivos
a la memoria de Jorge Julio López, alguno de estos ataques includo tuvieron una
difusión
periodística mucho mayor que la ocurrida ahora.Tampoco es la primera vez
que blanquean una obra de Chelo Candia: quienes nos mantenemos informados
dentro del campo popular no podemos olvidarnos de hechos tan repudiables, como
por ejemplo el ataque perpetrado a un mural pintado en San Martín de los Andes
en memoria de Carlos Fuentealba, el cual luego de varias polémicas derivadas de
la difusión que había tomado el hecho, por
suerte, con posterioridad pudo ser restituido (desde este espacio de
expresión se espera y arenga para que ocurra lo mismo en este caso). La
carga simbólica que representa la sucesión de este tipo de episodios y su
posterior escasa difusión es siempre la misma, independientemente de quienes
son o que piensan los ejeccutores de cada uno de estos actos vandálicos. Pero
el delincuente que se siente impune no se conforma con su inescrupuloso
accionar, de a poco se va cebando, simpre quiere dar un paso más: antes sólo
banqueaban, ahora además de eso estampan su firma. Cuando se escucha decir
"vamos por todo" es claro que no tendrán ningún tipo de escrúpulos
para llevar adelante de la forma que sea, todo tipo de avasallamiento por la
fuerza dentro del campo popular, para cumplir con ese objetivo, que en escencia es
antidemocrático por donde quiera que se lo mire.
El mural antes y después del crimen cultural perpetrado: el lector podrá perfectamente notar en la foto inferior, pimero el empleo de una pintura berreta y rebajada para tapar una expresión artística realizada con esmero y sentimiento, talvez como una suerte de subliminal expresión de pensamiento que sin lugar a dudas revela implícitamente el tipo o calidad de ideas que pasa por la cabeza de las personas que tuvieron tal actutd. Otro hecho revelador de este acto de vandalismo es el empeño puesto en remarcar con esa pintura berreta y rebajada el tapado de las palabras con mayor significado del mural original: "a veces parece que los desaparecidos somos nosotros" por eso pregunto: quienes hicieron esto... ¿tendrán cola de paja en el hecho de asumir de facto el papel de "captores"? Finalmente, no puedo dejar de traer a colación el contenido ideológico de lo que dejaron escrito arriba de la tapadera: "con la democracia no se jode" algo que en definitiva pinta la coyuntura de fondo, un secreto a voces, una verdad de perogullo: en Argentina no existirá democracia mientras sigan habiendo desaparecidos.
"Griten" historieta original de Chelo Candia, plasmada en el mural "desaparecido"
Una pequeña reflexión final
La obra de artistas populares como Chelo Candia
inevitablemente causan en las personas de bien un espontáneo apropiamiento (en
el buen sentido de la palabra) de la misma o más del significado de las mismas,
reflejado en el sentido de pertenecia que cada uno tiene con ese tipo de
expresiones de pensamiento exteriorizadas de manera creativa y original. Esos
estímulos intrínsecos despertados en estas creaciones derivan en la
identificación que ocurre dentro de cada uno, en la afinidades de sentires que
el común de los mortales no puede por diversos motivos, expresar de alguna
manera. Y quiero recalcar lo del sentido popular espontáneo en la trascendencia
de este tipo de expresión artística original, original la expresión y más auténticamente
original su reproducción, circulación y trascendencia: sin ningún estamento del
poder detrás, sin banderías políticas, sólo la gente, personas como quien en
este momento escribe estas líneas o quien las está leyendo en cualquier lugar
del país o el mundo.
El poder avasalla, irrumpe, destruye todo lo que se le
interpone entre su camino y sus irrefrenables ambisiones de más y más poder,
incurriendo para ello en prácticas cobardes que sólo intentan dejar plasmada la
impunidad de su accionar. El poder intenta avasallar, usurpar y/o apropiarse de
todos los estamentos y vehículos de expresión popular, sólo para expresar
consignas de alineación dinástico-monacales. El poder pretende hacernos creer
que estamos inmersos en una epopeya libertaria sin precedentes, con el único
supuesto de que estamos mejor que antes, una verdadera apología de la
mediocridad, que abusa al intentar todo el tiempo nivelar para abajo:
comparándonos permanentemente sólo con lo peor del pasado, negando
sistemáticamente cualquier instancia de superación o aspiración al bienestar.
El poder pretende cumplir el papel de policía del pensamiento, pero falla,
porque aplica estrategias propias del alienamiento, la cooptación prebendaria
de conciencias y la cosificación de las personas, avasallando su dignidad y
libertad de discernimiento.
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