Desde hace unas semanas en el seno del gobierno nacional se viene hablando insistentemente de la expropiación del Grupo Vicentín, una empresa extractivista y oligopólica, que actualmente se encuentra en concurso de acreedores y mantiene una deuda multimillonaria con el fisco. Este anuncio generó todo tipo de reacciones a favor y en contra, que desde ya en ningún caso se comparte.
El problema más grave no es Vicentín, el problema es su dueña: Glencore, sobre quien ya hemos tratado en este espacio de expresión. Pero también hay otro problema más grave aun, al que le esquivan el bulto las facciones politico-empresario-policiales que se disputan el control de la cosa pública, y su masa de fanáticos: el modelo extractivista.
Mientras la República Argentina, su Estado y Gobierno, adopte y sostenga el extractivismo como modelo económico de supuesto desarrollo y encima lo subsidie con la sangría del propio pueblo, este tipo de crisis y también la pobreza estructural que generan, tienen larga vida asegurada. Cualquier discurso partidario que vocifere a cerca de la disminución de la pobreza en la Argentina, sin tocar el modelo extractivista, miente, pues desde el punto de vista empírico, éste es indisosiable de aquella...
Otra falsa disyuntiva, y van...
Otra vez nos quieren meter en una falsa disyuntiva tramposa que no resolvería absolutamente nada de una u otra manera. El único objetivo que tiene es distractivo de las verdaderas cuestiones que ninguna de las facciones en pugna está dispuesta a discutir: lo que deberían llevar a cabo los responsables de turno es un cambio de paradigma: Basta de extractivismo.
El tema de Vicentín y su dueña, Glencore, lo investigo hace años, pues entiendo que en un debate serio y responsable debería haber una argumentación basada en referencias concretas de todo lo que se afirma y sostiene. Yo siempre digo que dato duro mata relato, cuando éste es inconsistente desde lo empírico, más allá del floreo retórico, por si solo revelador de una falacia.
Vicentín es Glencore y Glencore es muerte. Es por ello que el Estado no debería ser socio de esta corporación. Ya demasiado fue con permitirle su ingreso al país y el control casi monopólico en la producción y exportación de comodities.
El Estado socio de Glencore y la falacia de una supuesta soberanía alimentaria
En realidad el Grupo Vicentín es parte de una sociedad corporativa denominada Renova, en el que esta familia posee el 33,3% de las acciones y Glencore el 66,7. Consecuentemente, esta empresa off-shore radicada en paraísos fiscales podrá continuar con su esquema de fuga de divisas, que es básicamente su razón de existir y operar en el país, pero con más asistencia del estado. Desde ya, como Glencore es una corporación de origen inglés y asentada en Suiza, no puede ser expropiada por el Estado Argentino, pues hay leyes nacionales de rango constitucional (por ratificar tratados internacionales) que impiden que el Estado Argentino expropie empresas de estas nacionalidades o sus bienes, entre los que cuentan, desde ya, sus subsidiarias locales. Consecuentemente, en el caso de Renova, que es la empresa más grande del grupo Vicentín y por la cual hay que que poner más dinero en caso de expropiarla, el Estado quedaría como socio minoritario sin poder de decisión y sólo como aval gubernamental para continuar implementando el modelo extractivista en todo el territorio de la República Argentina... ¿Estamos dispuestos a aceptar que en nombre de una supuesta cruzada social y/o patriótica, el Estado Argentino termine siendo socio de una empresa extranjera que es la corporación saqueadora más grande del mundo?
Otra falacia puesta como pretexto es la de la soberanía alimentaria, ya que este es un concepto surgido de los movimientos ambientalistas décadas atrás, que en tiempos recientes ha sido tomado, bastardeado y vaciado de contenido por la política partidaria para justificar (infundadamente, claro está) todo tipo de tropelías y trapisondas para privilegiar negocios privados corporativos, por sobre el interés general de la población.
Hablar de soberanía alimentaria en la expropiación de Vicentín es una falacia. Primero porque Renova no produce alimentos, sino que procesa soja transgénica cultivada con agrotóxicos para fabricar biodiésel e insumos para otras industrias. Segundo porque dicha expropiación no tiene como objetivo un cambio de modelo de desarrollo del campo, ni hacia la agricultura familiar ni hacia la agroecología, pilares fundamentales de la soberanía alimentaria. Así como tampoco apunta a la descorporativización de la ruralidad, hoy orientada casi exclusivamente al agronegocio (monocultivos transgénicos con agrotóxicos) que no solo destruye el ambiente, sino que genera un esquema de primarización de la economía (típico de los países pobres y subdesarrollados) y la muerte lenta y progresiva de la población por su envenenamiento masivo.
Renova está muy lejos de ser "solo una de las muchas empresas" del grupo Vicentín, ya que es la firma que procesa y exporta mas de la mitad de la soja que se produce en Argentina, a través de factorías y puertos privados, que también son suyos. El volumen de negocios de Renova es muy superior en varias veces al de todo el resto del Grupo Vicentín, y Glencore es el actor principal en la fuga de divisas que ha llevado a la quiebra del grupo. Por lo tanto, es indiscutible que el Estado Nacional Argentino pasará a ser socia de esta corporación criminal y asesina (uno de los principales actores del capitalismo corporativo globalizado a nivel mundial) en caso de una hipotética expropiación, cuya finalidad no es otra que mantener ese volumen de negocios (privados y particulares) en el país, pero con el Estado como garante, además de cómplice y suscriptor de impunidad para seguir saqueando y contaminando. Por esta misma razón, hablar de soberanía alimentaria en este sentido es una falacia y al mismo tiempo un oxímoron, pues resulta contradictorio e inverosímil ese postulado con un escenario en que el Estado teje alianzas comerciales con una corporación extranjera saqueadora que fuga todas sus ganancias a paraísos fiscales. La no expropiación tampoco es una opción: este tipo de empresas tienen que ser liquidadas sin más, si queremos empezar a hablar pero posta de bajar los niveles de pobreza y hambre en el país y de redistribución de la riqueza, pues son las principales responsables de la desigualdad social que genera el capitalismo globalizado, en todas sus formas.
Glencore no tiene pensado desprenderse de su sociedad con el Grupo Vicentín, por el contrario, existe incluso una oferta de Glencore para quedarse con todo el paquete accionario de Renova, la que al día de hoy aun continúa vigente.
Si expropian Vicentín de la manera que pretende el gobierno, el Estado Nacional Argentino pasaría a ser socio minoritario y sin poder de decisión o control de la corporación saqueadora, contaminante, evasora, delincuente y criminal más grande del mundo...
Recordemos que el objetivo empresarial de Glencore no es alimentar a la población ni generar empleo en los países o regiones que saquean y contaminan, sino producir commodities de manera masiva al menor costo posible, obteniendo un lucro multimillonario a partir de su comercialización y la especulación financiera de sus dividendos.
Las alternativas que se proponen desde la institucionalidad (incluyendo la no expropiación) no dejan de estar atadas de una manera u otra a las pretensiones y postulados del capitalismo corporativo globalizado que rige los destinos de casi todas las personas sobre la faz de la Tierra.
Repitiendo los errores del pasado...
Argentina tiene una vastísima experiencia en repetir errores del pasado. Al respecto conviene recordar cuando exproipiaron YPF y todo el chamuyeo previo respecto de una supuesta "soberanía energética" que implicaba tal determinación, obviamente sin mencionar cuales fueron los verdaderos propósitos de esa medida... El discurseo fue el mismo que hoy repite el gobierno y sus obsecuentes en el caso Vicentín, por eso se entiende que en el fondo,la finalidad también lo es.
La expropiación de YPF nosignificó su estatización, pues la empresa continuó siendo privada, aunque con participación accionaria del Estado. No se desactivó el andamiaje de empresas off shore radicadas en paraísos fiscales que se empleó para vaciarla, por el contrario, se amplió y fortaleció para poder dar el paso siguiente, que fue el acuerdo secreto entre YPF y Chevron para entregar Vaca Muerta al capital corporativo transnacional e introducir el fracking en Argentina.
La entrega de Vaca Muerta y el inicio de la extracción de hidrocarburos (gas y petróleo) no convencionales mediante la técnica del fracking significó represión, persecución y despojo a los Pueblos Originarios, destrucción del ambiente y endeudamiento del país. Al ser una actividad no rentable económicamente, el Estado subsidió al fracking con una erogación tan grande, que terminó siendo el principal componente de la deuda externa argentina desde 2015 a la fecha. Pero como los subsidios no fueron suficientes para sostener el reparto de dividendos de las empresas, el Estado terminó aplicando tarifazos al pueblo.
Hoy, con la crisis mundial del petróleo derivada de la estrepitosa caída de su precio internacional, producto de la pandemia de coronavirus, el fracking está prácticamente paralizado en Argentina y el mundo,ylas empresas cayendo, incluso YPF que hoy se sostiene únicamente con subsidios de de un Estado Nacional que está fundido. Fíjense en qué terminó la expropiación de parte del paquete accionario de YPF...
Por eso desde este espacio de expresión entendemos que la anunciada expropiación de Vicentín es un engaño anunciado, como lo fue la expropiación de YPF: más depredación, más saqueo, más muerte, mas modelo extractivista con el Estado como garante de las corporaciones, y una existencia de la población cada vez más cara y comprometida.
No es casualidad que en los mismos días en que surge este anuncio respecto de la expropiación de una de las principales firmas del agronegocio,
Estoy en las antípodas de la inverosimilitud que representa salir en masa a defender a una empresa que le debe el doble de su valor al Estado... Por qué o en nombre de qué o quién lo hacen? Vaya a saber... Lo cierto es que cada tanto aparecen algunas expresiones públicas que son huecas desde todo punto de vista
Pero eso no quiere decir que haya que salvar a esta corporación de su previsible colapso y autofagocitación, pues debido a la gran cantidad de giros de dividendos al exterior, con o sin expropiación, este desfalco tarde o temprano sucederá.
Se reconoce que el agronegocio genera empleo que sostiene a miles de familias, no obstante no debe dejarse de poner en la balanza que esta modalidad extractivista genera muchas mas muertes de personas que puestos de trabajo genuinos. El saldo es a todas luces negativo y la generación de empleo jamás puede justificar el genocidio de la población.
Si fuera tan sólo por los trabajadores, el gobierno tiene una variada diversidad de alternativas para salvarlos, involucrándolos en proyectos de agricultura familiar y agroecología, redireccionando las erogaciones que implicarían el monto monetario que costaría financiar esos fines más nobles, pues extractivismo está en las antípodas del buen vivir.
Expropiación o no expropiación es más de lo mismo... Es seguir sosteniendo el esquema remanido de los espejitos de colores, vigente en la Abya Yala desde el 12 de octubre de 1492... Como digo siempre, en este y otros casos, no se plantea ninguna alternativa, ni siquiera de mínima para desactivar el paradigma de Las Venas Abiertas de America Latina, que tan bien explicó detalladamente Eduardo Galeano hace 50 años y que hoy no sólo continúa enquistado y vigente en todos los regímenes republicanos del continente, sino que ha sido profundizado por todos los gobiernos latinoamericanos (o casi todos), independientemente de sus impostaciones ideológicas para la tribuna...
Sencillamente, corporaciones como Glencore, sus subsidiarias (como Vicentín o Minera La Alumbrera) y cualquier otra con los mismos objetivos empresarios y comerciales deben dejar de existir sobre la faz de la tierra... No queda otra.
Para finalizar, como siempre, todo mi respeto y admiración por la valentía del fiscal Gustavo Gómez, único exponente de la justicia argentina que se atrevió a enjuiciar a Glencore, a sus subsidiarias y a sus representantes en el país; gran persona que ante todo es un compañero de lucha, referente y amigo, a quien dedico el presente escrito.
El "capitalismo bueno" que pregona el gobierno no existe, es una falacia discursiva, pues el capitalismo en todas sus facetas y matices es un sistema explotador. El Caso Vicentin está poniendo al desnudo lo absurdo de la economía argentina, organizada alrededor de los agronegocios, basados en los monocultivos transgénicos con uso masivo de agrotóxicos, con un enorme saldo de saqueo, contaminación y muerte.
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