6/8/11

SOBRE LOS PROSTIBULOS DE ZAFFARONI: YO BANCO A LA ALAMEDA


Días pasados los argentinos vivimos una horrenda escalada de ascensos vertiginosos: Con el correr de las horas, el número de muertos por la represión en Ledesma aumentaba en la misma medida y proporción que la cantidad de prostíbulos que se descrubrían funcionando en los departamentos de su excelentísima señoría, el Dr. Raúl Zaffaroni. Desgraciadamente, las muertes de Jujuy en manos del Estado represor llegaron a 5, también por desgracia (sobre todo para las víctimas de trata esclavizadas en esa red), las propiedades de su señoría dispuestas para el desarrollo de actividades delictivas siguió aumentando y hoy a ciencia cierta no se saben cuántos son, aunque el número probado con la correspondiente documentación es 6.
  
Ante semejante escándalo y las contundentes pruebas documentales presentadas por los denunciantes, la ciudadanía no espera otra cosa que las correspondientes disculpas por haber sido burlada en su buena fe y la reparación de los daños cometidos; mientras eso no ocurra, será cada vez más difícil que esta iconografía de Zaffaroni pueda ser borrada del imaginario social.

Quién y cuando hizo la denuncia?
  
La denuncia original (ver texto completo) la efectuó la Fundación La Alameda, (Asamblea Popular y Cooperativa de Trabajo "20 de Diciembre" de Parque Avellaneda, Buenos Aires) que se ocupa de la lucha contra la trata de personas y el trabajo escalvo; fue realizada el 15 de diciembre de 2009 ante la Procuraduría General de la Nación y abarcaba 613 direcciones de prostíbulos de la ciudad de Buenos Aires (entre los que estaban las que coinciden con las propiedades de Zaffaroni); fue acompañada por la firma de un gran número de asambleas ciudadanas, uniones vecinales, ONGs, fundaciones, cooperativas de trabajo, instituciones educativas, sindicatos, legisladores, redes, foros y adhesiones individuales. En su momento, la denuncia tuvo una amplia repercusión en los medios (incluso los cercanos al gobierno nacional) y fue acompañada por una multitudinaria marcha de protesta relizada frente al lugar donde fue presentada.
Transcurridos casi 2 años, la Procuraduría General de la Nación nunca hizo nada por investigar esa grave denuncia, ningúno de esos prostíbulos fue si quiera allanado y menos aún cerrado. Entonces el lector no tardará en deducir que de haberse procedido como corresponde durante todo el tiempo transcurrido, la causa de los prostíbulos de Zaffaroni hubiera podido ser resuelta en las mayores de las discreciones y si el juez realmente no estaba involucrado, asunto cerrado y punto; pero como lamentablemente pasa siempre en este país, ante tanta desidia de los organismos responsables, del poder político y particularmente del propio involucrado, en algún momento la situación tenía que trascender.
Es evidente que una olla podrida tan caliente no puede mantenerse cerrada indefinidamente, en algún momento se tiene que destapar, porque si no, explota y consecuentemente, enchastra, como pasó ahora.

Y... si no nos dan bola, después de dos años, algo hay que hacer, no, Alameda?

En virtud del tiempo transcurrido sin absolutamente nungún avance, los integrantes de La Alameda decidieron entonces ampliar la denuncia, agregando los datos de las propiedades involucradas y es entonces que buscando los datos de las mismas, se encontraron primero con una propiedad de Zaffaroni entre las de la lista (resultaría por demás creíble que usía no se haya dado cuenta), luego con otra (caramba, vaya coincidencia!), y luego más y más (nah, me estás cargando?).
La primera ampliación de la denuncia original de 2009, con pruebas documentales, se efectuó el 28 de julio pasado (ver texto completo), posteriormente, el 3 de agosto se presentó una segunda ampliación donde se agregó más documentación probatoria y se aportaron testigos (ver texto completo).
Queda claro entonces que la denuncia data de 2009 y que por estos días lo que se hizo fue ampliar esa vieja presentación de la cual hasta el día de hoy no ha habido absolutamente ningún avance, la repercusión posterior de las denuncias que tomó ribetes de escándalo político una vez hechas públicas es exclusiva responsabilidad de los mismos negligentes que cajonearon el caso y del propio juez involuvrado.
También queda claro que la denuncia contra Zaffarino la hizo a su debido momento una asamblea ciudadana, que de haber sido tratada en tiempo y forma no hubiese generado semejante escándalo.
En definitiva uno no puede dejar de pensar que con la impunidad garantizada que tienen estos tipos, terminen ex profeso dajando que las cosas pasen y trasciendan, o dicho de otro modo, como el propio implicado sabe que "no pasa nada" lo utiliza como una suerte de globos de ensayo lanzados para que el circo mediático se prenda en el costado frívolo del escandalo, dejando de lado las causas de fondo y las implicancias políticas que el mismo tiene.
  
Qué delitos cometió Zaffaroni?

Independientemente de si es partícipe o no de las redes de prostitución que operan en sus propiedades (cuestión que debería investigarse a fondo), en el mejor de los casos para él, le cabe la imputación del delito de negligencia por estar dispuestos sus bienes para la consecución de actividades ilegales, como lo es el proxenetismo y la trata de personas.
Más allá de las subjetividades y pasiones que despierta la trascendencia de Zaffaroni como persona pública, cualquier abogado provo sabe que la negligencia está tipificada como delito, tanto por la ley de propiedad horizontal (Ley Nacional 13512, art 6), como por la de profilaxis (Ley Nacional 12331, art 15 y 17), así también lo especifica el convenio internacional contra la trata de personas suscripto por Argentina (Ley nacional 119125). Estamos hablando ni más ni menos que del principio jurídico de la “responsabilidad objetiva”. Zaffaroni lo conoce a la perfección, lo enseña en las altas casas de estudio y lo aplica en la redacción de sus fallos. Desde el punto de vista jurídico, la responsabilidad objetiva se configura independientemente del conocimiento que tenga el propietario de un bien cuando éste es utilizado para producir un daño a terceros o infringir un delito. Es como si uno presta el auto y el otro lo choca: para la ley, el dueño tiene que hacerse cargo de lo que sucedió, independientemente de que no haya sido partícipe del accidente; y si el tercero resulta culpable, el titular de dominio debe hacerse cargo de indemnizar a las víctimas y recibir las sanciones que la ley determina.
Dada la gravedad de las denuncias y la contundencia de las pruebas documentales presentadas, que por cierto, datan de 2009, resultando por demás suficiente para incriminar al involucrado; no se entiende entonces tanto empecinamiento en defender lo indefendible, tal vez sea para evitar que la podredumbre en torno a este escándalo salpique a algún político en las altas esferas del poder. Una prueba por demás elocuente de que en este país la justicia, en todo lugar y momento, mira por debajo de la venda, tiene tuneada la balanza y la espada apundando para cualquier lado, menos para ese lugar donde el delito y el poder convergen.
 
Zaffaroni nunca pidió disculpas a la sociedad democrática por haber jurado como juez de la nación ante el estatuto de la dictadura militar. En la imagen la tapa censurada de la recordada revista Humor que aludía una alegoría de la justicia en la época del proceso.


Las reacciones públicas del implicado revelan aún más su negligencia

Verdaderamente ante la contundencia fáctica de las denuncias en su contra son tan evidentes que Zaffaroni poco puede hacer para defenderse. Si en verdad como dice, ignoraba que en al menos 6 de sus departamentos  funcionaban prostíbulos y habían mujeres explotadas sexualmente, él mismo debería haber denunciado los ilícitos y efectuado los descargos correspondientes en la causa que lo involucra. Pero no sólo no hizo nada de eso (al día de hoy no se sabe si los prostíbulos siguen funcionando o no), simo que lejos de eso, desde que empezó a trascender el tema y como una suerte de manotazo de ahogado en medio del lodal donde nunca imaginó encontrarse semisumergido, intentó desligarse de los delitos que se le imputa de las más burdas formas que uno se pueda imaginar, fabulando todo tipo de conjeturas. En todo momento eludio dar las explicaciones que corresponden o en todo caso, si realmente se hubiera sentido afectado, guardar respetuoso silencio y dar esas explicaciones donde corresponde, que es en el Congreso Nacional (que además se las debe pedir) y en la Procuraduría General de la Nación, que es donde están radicadas las denuncias.
Al principio, cuando el factor sorpresa obnubilaba sin todavía crispar demasiado, no solo se desentendió del asunto utilizando la soberbia (“que hagan la denuncia si creen que hay un delito”), sino que intentó ironizar haciéndose el canchero: "Yo no firmo los contratos ni conozco a mis inquilinos; no puedo ocuparme de la administración de esto, de modo que, puede ser, aunquea mí no me consta, puede suceder. Si está sucediendo, agradezco el escándaloporque de esa manera me ahorrará un desalojo", aseguró el juez en una entrevista que le dio a Víctor Hugo Morales en Radio Continental.
Cuando ya la situación se le volvió inmanejable, Zaffaroni se lavó las manos y se autovictimizó, intentando versar con sus declaraciones sobre una presunta campaña política en su contra, obviamente sin precisar de quién (no tiene pruebas o sea especula fabulando) y sin mencionar, exprofeso claro está, que la denuncia originalmente fue hecha hace casi dos años por una asamblea ciudadana que no está involucrada en ningún partido político. Alguien tan listo como él debería haberse dado cuenta que la trascendencia mediática posterior del caso no es otra cosa que fruto de no haberse ocupado como corresponde de sus asuntos personales.
Zaffaroni intenta basar su estrategia defensiva en el prejuicio de que la sociedad argentina tiene cierta incapacidad adquirida de diferenciar los hechos en sí de sus efectos colaterales o insidiosos, pero la gente no come vidrio, los hechos son en sí mismos por la verdad fáctica que perciben las personas.
Como es costumbre en el oficialismo, su reacción automática fue disparar con prosa inflamada directamente contra los medios que difundieron el escándalo, para dejar de mirar el problema que tiene enfrente y evitar resolverlo. Lo cierto es que la situación del magistrado de la corte suprema sería tema de portadas sucesivas en cualquier lugar del mundo, se trata de una noticia (= hecho novedoso) bastante relevante, por más que a los más obsecuentes les resulte incómoda y haga mella directamente en la cúspide de la pirámide del poder asociado.
No es precisamente culpa de los medios o los políticos opositores que hayan al menos 6 prostíbulos en los departamentos de Zaffaroni, es culpa de él y es él quien debe pedir disculpas a la sociedad; y como hombre de honor y derecho que dice ser, tiene la obligación de denunciar penalmente a los proxenetas e indemnizar a las víctimas que fueron sometidas en sus departamentos.

15 departamentos, cuentas en Suiza y vaya a saber qué más, no le parece mucho, Dr Zaffaroni?

De las mismas declaraciones mencionadas anteriormente se revela el desentendimiento manifestado por Zaffaroni respecto del destino y uso de sus posesiones, que indudablemente nos retrotraen a las sociedades de castas, sólo ahí encajan ese tipo de impostaciones con alta carga de teatralización: “No tengo tiempo para administrar esas propiedades y como no soy una persona ávida de dinero, ni mucho menos, prefiero pagar y que eso lo haga otro”, palabras de un miembro destacado de una institución emblemática de la democracia que más bien parecen las explicaciones desaprensivas de un aristócrata terrateniente buegués que (como era de esperar) se desentiende como si nada de las consecuencias generadas por su propia displicencia y es un reflejo de la decadencia de la escala de valores en Argentina, donde pareciera ser que la chapa otorga via libre a la impunidad, donde la ponderación de una personalidad destacada no está dada por los pergaminos, la conducta o la ética, sino por la construcción de poder, el dinero, las relaciones políticas y sobre todo por la capacidad mediática para insuflar en la sociedad un misticismo extremo, de tal manera que le permita al involucrado llevar una doble vida sin sobresaltos, aún quedando expuesto, como le está pasando ahora al cortesano de referencia.
En estos tiempos hemos asistido a numerosos casos de personalidades otrora importantes referentes sociales, que por motus propio o negligencia aparecen como partícipes necesarios en hechos de corrupción, además de ser dueños de considerables fortunas. Resulta ser un signo de los tiempos de la década hipócrita la burrada de hacer uso y abuso del renombre y el capital social para andar tapando cualquier tipo de trapisondas, apelando a técnicas comunicacionales efectivistas, como la fabulación y la autovictimización.
Además, en el supuesto caso que Zaffaroni no tuviera nada que ver con los prostíbulos en sus propiedades, ya de por sí es sugestivamente "raro" que bajo un reiterativo discurso oficial de "redistribución de la riqueza", el supremo juez posea ni más ni menos que 15 departamentos y cuentas en Suiza. Tengamos en cuenta que en este país los jueces no pagan impuestos, por eso, el lector rápidamente deducirá que esos bienes están solventados en un 100% con la plata del resto de la ciudadanía que no tiene coronita, como él y por ende trabaja y paga en tiempo y forma; y mientras el excelentísimo magistrado se da el lujo de tener un imperio inmobiliario al cual ni siquiera le presta atención y fuga sus fabulosas ganancias del país, la mayoría no tiene techo propio y ni sieuiera puede ahorrar, incluso por estos días llegamos a ver que algunos mueren bajo las balas del estado por reclamar el derecho al techo propio.
La negligencia de Zaffaroni va más allá de su vida privada, revela también la edificación mitológica en torno a su desempeño profesional, y de lo que somos y nos merecemos como sociedad, por permitir que unos pocos se acaparen para sí bienes y conquistas que son de todos. La historia Argentina ha demostrado con creces (especialmente en estos últimos años) que la burguesía capitalista se sostiene en gran medida con el culto a la personalidad de falsos iluminados.
   
Zaffaroni intenta infructuosamente victimizarse como blanco de una supuesta campaña mediática en su contra, con el único fin de eludir la responsabilidad en los delitos que se le imputan. El archivo es implacable: en las fotos se lo ve exultante animando las entrega de los premios "Perfil" a la libertad de expresión en 2009. Seguramente ahora va a decir que tampoco sabía que estaba haciendo ahí hace 2 años.

Yo banco a La Alameda
 
Zaffaroni es una personalidad pública que se muestra brillante desde la teoría, pero evidentemente por más floreo retórico que profiera, no puede explicar las contradicciones más simples y escandalosas de su vida privada.
No es la primera vez que La Alameda descubre los nefastos vínculos existentes entre la trata de personas y el cerco político, cuestión que obviamente ha devenido en numerosas amenazas y apriertes por parte de voceros y enviados de los poderosos denunciados.
Basta con recordar que desde hace años están denunciando la red de proxenetismo de amigos del poder en la ciudad de Río Gallegos, en Santa Cruz, que tras más de 20 años de régimen feudal kirchnerista, se ha convertido la principal plaza del turismo sexual en Argentina. El año pasado, a raíz de una causa judicial iniciada por ellos, la justicia ordenó como medida cautelar, la clausura temporaria de todos esos burdeles.
En otra denuncia que tomó menos trascendenca, pero igualmente grave, demostraron fehacientemente los vínculos existentes entre el periodista y agente de los servicios de inteligencia del Estado Nacional, Horacio Verbitsky, y los dueños de los talleres textiles que regentean a inmigrantes en trabajo esclavo.
En virtud de las campañas mediáticas de alto tinte político derivadas del escándalo, los miembros de La Alameda decidieron dejar de hacer declaraciones a la públicas sobre el caso Zaffaroni hasta después de las elecciones nacionales del 23 de octubre. A pesar de ello, es evidente que las denuncias y reclamos de esa asamblea ciudadana han tocado intereses de muy arriba. Este caso no fue la excepción y por ende es de esperar que los servicios de inteligencia del estado, virtual guardia pretoriana del poder político-económico, en breve salgan a pegarle a través de sus voceros obsecuentes.
Esto se hace más evidente porque la corporación mediática del gobierno ha agotado en pocos días todas las estrategias comunicaciones disponibles que básicamente se basaron en hacer marketing con el renombre del acusado y politizar el asunto, reviviendo (como hacen siempre cada vez que les explota en la cara un escándalo de corrupción) una paranoia conspiracionista completamente ficticia e infundada, porque cualquier ciudadano sabe que por suerte las instituciones de la república no dependen de un sólo nombre; fracasando desde el vamos en el intento de defender lo indefendible y sin aportar ningún dato fehaciente que justifique la existencia de los prostíbulos en las propiedades de su señoría.
Ante el historial de lucha desarrollada por esta ONG y dadas las denuncias contundentemente documentadas de los delitos cometidos por juez Raúl Zaffaroni, que intentan ser acalladas o politizadas por el aparato mediático oficial, desde este espacio de expresión bancamos a La Alameda.
 

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