16/3/12

LOS CONCEJALES DE BARILOCHE NO QUIEREN MINERÍA EN SU CIUDAD PERO SÍ EN EL RESTO DE RÍO NEGRO

Luego de esquivar el tema de las más rebuscadas maneras que pueda uno imaginarse y a pesar del contundente pronunciamiento del pueblo en 12 marchas durante 12 semanas ininterrumpidas con miles de personas reclamando en las calles de la ciudad de manera pacífica aunque evidente; el Concejo Deliberante de Bariloche se pronunció a favor de la minería con cianuro en toda la provincia, excepto en su propio municipio, en una acabada demostración de falta de solidaridad ambiental con el resto de sus comprovincianos y discriminación hacia su propia ciudadanía.

Sobre el proyecto de ordenanza que rechazaron (proyecto 016-12)

Ya mucho se ha dicho respecto de la conducta de los políticos barilochenses que asumieron el 8 de diciembre pasado respecto de este tema. El ejemplo de sordera autista y corporativa del poder político local no tiene parangón: que la ciudad más grande de Río Negro deje librada a su suerte al resto de la provincia sin dudas constituye una apología del centralismo histórico contra el cual despotricaron siempre en Bariloche, precisamente por ser la ciudad más grande de la provincia y más alejada de la capital y por ende víctima de una sistemática desatención y postergación por parte del lejano gobierno provincial  (con sede a 1000 km. de distancia, en la otra punta de la provincia) que permanentemente es puesta de manifiesto cada vez que se padecen las consecuencias este flagelo. Una incomprensible postura condescenciente con la situación de gueto o enclave exógeno al resto de la realidad provincial que siempre han adoptado los estratos más conservadores de la sociedad barilochense desde que nació la ciudad, que a su vez ratifica y exacerba la realidad histórica y actual de Río Negro como provincia desarticulada territorialmente,, sin conectividad interna, sin rumbo desde el punto de vista político y carente por completo de visión a largo plazo. La actitud de los concejales de dejarnos a los barilochenses fuera de la discusión de los grandes temas de la provincia a la que pertenecemos es francamente denigrante y muy discriminatoria hacia todos sus habitantes.
Está claro que en Bariloche nunca va a haber megaminería, no sólo por que hace años que hay una ordenanza que así lo prohíbe y por la incompatibilidad con su perfil turístico, sino fundamentalmente y por sobre lo anterior, porque la ciudad está completamente rodeada de un Parque Nacional, donde dicha actividad (incluso el otorgamiento de derechos y concesiones mineras, pasom inicial para llevarla a cabo) está terminantemente prohibida por la ley nacional 22351. Por eso cuando el gobernador W lo primero que dijo ante la requisitoria informativa fue eso, sentimos que indudablemente nos estaba tomando el pelo, pero los concejales se prendieron de eso para intentar morigerar mediáticamente el aval al desarrollo de la minería con cianuro en el resto del territorio provincial. Los concejales eran concientes que estaban obrando en contra de los intereses colectivos del pueblo que los eligió y del escarnio social en ciernes. También son plenamente concientes que la suma del proyecto rechazado y el proyecto aprobado ha generado una situación de inequidad ante la ley con el resto de la provincia, sabían eso perfectamente y por eso su decisión evidentemente les hizo mucho ruido en el interior de sus conciencias, dicho de otro modo: asumieron que tienen “cola de paja” y ahora, pasado el temporal adoptan la nefasta postura del “de eso no se habla”

Sobre la ordenanza que aprobaron (proyecto 039-12)

Nombrar a Bariloche “libre de actividad minera e hidrocarburíferas” es un hecho redundante que no tiene otro fin que disimular la trapisonda anterior de avalar el saqueo y la contaminación en el resto de la provincia. La obsolescencia de tal declaración radica en que por un lado ya existe una ordenaza prohibitiva de esa actividad (1512/2005) y por el otro también existe la figura internacional de Reserva de la Biosfera que comprende a la totalidad del ejido municipal y a cuya figura legal la Municipalidad de Bariloche adhiere, mediante convenio y ordenanza respaldatoria. La Reserva de la Biósfera donde se halla inserta Bariloche siempre ha sido invocada cada vez que se esbozó algún avance depredatorio. Basta mencionar en este sentido el episodio ocurrido hace unos años cuando circuló la versión sobre el otorgamiento de una concesión petrolera cercana a Bariloche y el Lago Nahuel Huapi, abarcando parte de su cuenca hídrica de alimentación: desde el ente mixto estatal que administra la figura de Reserva de la Biosfera el no fue rotundo y lo que en apariencia fue un globo de ensayo mediático “para ver qué pasa” terminó desinflándose al instante y marcando la cancha en esta temática. Con esto quiero decir que la declaración aprobada por los concejales es una medida completamente absurda y obsoleta de obsolescencia total: en el mismo proyecto de rechazo a la derogación de la ley 3981 (que fue votado negativo) había un artículo que ratificaba la vigencia de la ordenanza 1512/05, el cual fue dictaminado negativamente por Asesoría Letrada del Concejo Deliberante, por resultar innecesario ratificar la vigencia de algo que está vigente, tal cual consta en el expediente del proyecto. Esto quiere decir que los concejales, aún a sabiendas de que una medida como esa era innecesaria desde el punto de vista legal, igual la aprobaron, demostrando también que además de sancionar una ordenanza por demás declamatoria para intentar distraer a la tribuna, son capaces de burlarse de la buena fe de las personas y subestimar su inteligencia.

Sobre el accionar de algunos concejales

De algunos concejales ya sabíamos que mucho no se podía esperar: Alfredo Martín  llegó a decir en un programa de TV (“de la A a la Z”) que la minería con cianuro era una “causa nacional y popular”; y la presidente del concejo, María Eugenia Martini, además de la bajada de línea política que pesa sobre su cabeza, tiene una asesora que vino directo de San Juan con el cassette megaminero incorporado; pero algunos casos sorprenden ingratamente, a pesar de que ya nos venían anticipando con cierto tipo de actitudes, como por ejemplo irse de vacaciones apenas asumieron cuando Bariloche está pasando por una crisis ambiental, social y también política sin precedentes en su historia…
El concejal Carlos Valeri dijo hace poco en una entrevista radial (programa “la mañana de radio seis” en una fecha a fines de enero) que estaba en contra de la minería con cianuro, recalcando que esa era su única diferencia con su correligionario gobernador W, es más, sus antecedentes también lo muestran en la misma línea: en 2005 cuando era legislador provincial votó a favor de la ley 3981 y no sólo eso, sino que fue de los más activos en la presentación y acompañamiento de proyectos legislativos en ese sentido (se puede navegar en la pag web de la legislatura y buscar en el archivo y los diarios de sesiones la estacada participación de este señor en ese sentido). La actitud pública tomada ayer por el concejal Carlos Valeri constituye un caso que no deja de recordar el comportamiento de la legisladora Arabela Carreras, que hoy prácticamente no puede aparecer en público en Bariloche por el rechazo social que su figura provoca.
Otro personaje cuya actitud dejó a varios boquiabiertos fue Ramón Chioconi, conocido apasionado de la montaña local reconocido a nivel mundial por sus hazañas deportivas, que ahora también es edil y por sus posturas erráticas pareciera estar poseído por el síndrome de la doble personalidad, más conocido en medicina como trastorno de identidad disociativa: como presidente del Club Andino Bariloche hace campaña por las montañas limpias y como concejal vota a favor de las montañas con cianuro. Lamentablemente estas personas que uno conoce (o cree conocer) desde hace tiempo, cuando se vuelven políticos automáticamente se tele-transforman y pierden toda ética y toda convicción para regalarse al mejor postor, burlándose de la buena fe de los ciudadanos que ingenuamente confiaron en ellos, demostrando que dentro de la corporación política las convicciones personales se dejan de lado en favor de la militancia por el panquequismo y la hipocresía.
Sin embargo, la nota más destacadamente dantesca la dio el concejal Mauro González, que misteriosamente se esfumó de la sala de sesiones cuando empezaba el debate. Ese señor es el verdadero prototipo del oportunista político que se cuelga de cualquier bondi que lo deje bien (así llegó a ser concejal, ni más, ni menos). En varios programas periodísticos (“Pantalla” o los mencionados antes), cuando le preguntaban sobre el tema minero esquivaba permanentemente el bulto, aunque sabíamos perfectamente que estaba a favor de la megaminería con cianuro, posición que ratificó firmando como coautor el proyecto finalmente aprobado; pero como tiene un bloque unipersonal filo-kirchnerista, hace de gataflora veleta, va de aquí para allá chamuyeando y se borra cuando las papas queman para intentar no quedar en evidencia. Su actitud de avestruz con la cabeza en la tierra es a todas luces peor que el panquequismo de Valeri o Chioconi y es indudable que su firma fue habilmente transada a cambio de borrarse a la hora del debate y la votación.

Arriba concejales de Bariloche que firmaron el proyecto 039-12 y lo votaron a favor y votaron en contra del proyecto 016-12: Martini, Valeri, Chioconni, Benítez, Ramos Mejía, Martín y González (este último firmó el proyecto pero se retiró del recinto de sesiones antes de comenzar el debate sin estar presente en la votación). Abajo concejales de Bariloche que votaron en contra del proyecto 039-12 y a favor del proyecto 016-12: Lescano, Haneck, Giménez y Welleschik

De qué controles nos hablan?

Uno de los fundamentos amplificado reiterativamente en la sesión de ayer en el concejo, de parte del multibloque oficialista que avaló la minería con cianuro, es el de que la minería controlada no es riesgosa, incluso los concejales que anteriormente apoyaban la ley 3981, llegaron a decir que la ley derogada “era necesaria en su momento porque el gobierno anterior no podía controlar y este sí lo puede hacer de manera estricta  y seria y por eso estuvo bien derogarla”. Sin embargo los hechos concretos parecieran decir otra cosa, sin ir más lejos, en la actual gestión tenemos un claro ejemplo reciente y local de la inexistencia de controles gubernamentales a la actividad minera: ante la suma de oídos sordos e inacción de los estamentos ejecutivos, la justicia ordenó paralizar preventivamente la explotación de la Cantera Ñire, localizada en las afueras de la ciudad.
Evidentemente si el gobierno demuestra que no es capaz de controlar una explotación de envergadura menor localizada en cercanías de los centros administrativos provinciales, donde desde hace tiempo se sabe el peligro inminente de que virtualmente una parte de la ciudad puede colapsar cayendo dentro adentro de ese pozo; mal podemos creer en las falsas promesas de “estrictos controles” sobre una explotación lejana donde y de un tamaño tal que podría caber adentro toda la ciudad. Menos aún podemos tener la certeza de que van a controlar de manera eficaz la contaminación, cuando hay sobrados ejemplos en toda la provincia del anarquismo reinante en materia de vertidos al agua, aire y suelo, basta con ver una foto aérea de la Bariloche, donde se observa perfectamente la cantidad de efluentes que se vuelcan al Lago Nahuel Huapi, la tala indiscriminada de árboles en las áreas boscosas del éjido de Bariloche o la gran proliferación de basurales en distintos puntos de la ciudad, sin que en ninguno de estos casos y de otros que se pueden seguir adicionando, las autoridades correspondientes hagan absolutamente nada al respecto, tanto para detener el daño ambiental como para sancionar a los responsables; y menos aún esperar algún tipo de remediación. Entonces: ¿con qué argumento tenemos que pensar que van a obrar distinto en materia de minería a cielo abierto con uso de sustancias tóxicas?
Realmente los concejales de Bariloche han demostrado sordera, falta de solidaridad e impericia total para tratar una problemática que nos atañe a todos y no se merecen otra cosa que el repudio social generalizado por haber dejado librado a su suerte al pueblo que dicen representar.
 

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