Cuando en 1533, los españoles llegaron a la capital del
imperio incaico, previamente los conquistadores pergeñaron lo que hoy podríamos
denominar "opereta" para reavivar la interna de los pueblos
originarios con la finalidad principal de dividirlos y enfrentarlos entre ellos.
Desde ya, el caldo de cultivo para la consecución exitosa de la campaña era por
demás propicio: estos pueblos, eran conducidos, oh casualidad, por déspotas inménsamente
ricos que en definitiva, dado el creciente encierro en sus propios egos y la
consecuente desconexión con la realidad, terminaron siendo funcionales al expansionismo
colonial de entonces.
Los españoles rápidamente exterminaron a los ejércitos
locales, superiores en cantidad de gente, pero muy menores en herramientas y tácticas
militares. Posteriormente, cuando fueron a buscar a Atahualpa, éste en vez de huir
o resistir, se entregó e intentó negociar, ofreciendo a los invasores los
tesoros incaicos a cambio de su libertad, aún así lo ejecutaron. Eso sí, como
una suerte de premio consuelo, previamente lo bautizaron, tal vez con la excusa
de que convenza en el supuesto más allá al dios católico para que les lave a
los creyentes la culpa de todos los muertos de la conquista.
Salvando las distancias en el tiempo y las coyunturas, hoy
pasa algo parecido: tuvieron que voltear a un presidente para acordarse de los
oprimidos y los muertos del sistema, de los que tal como vienen las cosas,
nadie dentro de los círculos del poder se ocupará: tal como lo viene
demostrando la historia, ese fatídico designio pareciera ser el inamovible signo de los
tiempos, el nefasto destino de quien celebra y predica, por estos días (cómodo desde su PC o su escritorio decorado con tul y porcelana) el culto
a la mediocridad y la obsecuencia debida...
El Paraguay nos duele
La llegada de Fernando Lugo al gobierno paraguayo, madiante una extraña alianza electoral entre partidos de supuesta izquierda con una facción de la derecha (disconforme con sus entecesores), en un primer momento parecía ser una luz de esperanza a tantos años de lucha en ese sufrido país, el tiempo no tardó demasiado en revelar que ese primer pensamiento libertario fue una cruel ilusión: Los desalojos a campesinos sin tierra comenzaron a los pocos meses (foto derecha) y terminaron con la "Matanza de Curuguaty" el puntapié inicial para la caída de Lugo. Durante aquellos enfrentamientos los campesinos decían: “Después de que los tractores destruyeron nuestros cultivos,
llegaron con sus grandes máquinas y comenzaron de inmediato a sembrar soja,
mientras el humo seguía saliendo de las cenizas de nuestras casas. Al día
siguiente retornamos con bueyes y volvimos a plantar en todos los campos sobre
la tierra preparada. Cuando llegaron los policías, los enfrentamos con nuestras
herramientas y machetes. Éramos unos setenta y estábamos listos para
enfrentarlos. Finalmente se fueron, aunque no por mucho tiempo...” Los desalojos en el Paraguay profundo no sólo se efectúan mediante el uso de la fuerza policial: "Cuando los pequeños agricultores están
desesperados y los pesticidas los están afectando, no poseen medios para
sobrevivir, por lo tanto venden sus tierras por poco dinero, que es más del que
jamás han tenido, pensando que la vida en la ciudad será mejor, más fácil, pero
no es tan fácil. Mucha gente que termina recogiendo basura en la ciudad
proviene del campo. No saben cómo administrar su dinero, por lo tanto, por
ejemplo, gastan todo su dinero en un coche usado, maltrecho, y terminan en la
ciudad, sin un centavo, sin trabajo o dónde vivir"
¿Destitución? ¿Golpe de estado? ¿Complot? O simplemente la
resolución de una crisis política a través de mecanismos institucionales
previamente establecidos y aceptados por todas las partes en pugna…
Esas son preguntas recurrentes que nos hacemos todos cada
vez que ocurren sucesos como los acaecidos en Paraguay el pasado 22 de junio;
al menos desde que acá, en Argentina, ocurriera algo similar (no igual, pero sí
similar) a fines del año 2001.
Hoy por hoy, la lógica debería indicar que a nadie se le
ocurriría pensar que después de tantos años de gobiernos de facto y tanta
sangre derramada en la patria grande y fragmentada de América Latina, algunas
de sus democracias podrían llegar a estar virtualmente amenazadas, menos aún
teniendo en cuenta el exitismo populista de varios de sus gobiernos y el
consecuente desprestigio (al menos en el plano retórico) de quienes los
antecedieron.
Pero la historia se encargó de avisarnos que no es así:
principalmente por la natural tendencia al autofagocitamiento que han
ejercitado las jóvenes democracias del subcontinente, llevándolas a un temprano
desgaste, fruto principalmente de no haber producido los cambios necesarios
para ejercitar las soberanía ambiental, social y económica de los países, cambios
que fueron (y siguen siendo) la demanda permanente de la población), cambios
que fueron predicados como promesas en tiempos electorales por quienes luego fueron
ungidos y se encaramaron en el poder, olvidándose ex profeso de su reciente prédica
y haciendo, en cambio, toda s las acciones posibles por perpetuar los viejos
esquemas coloniales de saqueo y devastación del territorio y el patrimonio
nacional. En Paraguay pasó exactamente eso.
No puedo dejar de pensar
en la ingenuidad de quien haya pretendido ver en ese país el inicio de un
proceso de liberación nacional, más allá de la retórica, cuando el propio
presidente accedió a su cargo a través de una alianza electoral con una parte
importante de lapropia derecha y luego, para intentar aferrarse a un poder con un susteto
popular ficticio, no sólo dejó de lado la posibilidad de llevar adelante los
cambios que había arengado, sino que se sentó en la mesa con la burguesía
cipaya, oligarca y conservadora de ese país a negociar la vigencia del viejo
modelo, no sin antes decorarlo con mero floreo discursivo, para que, lo que en
definitiva significó una entrega más, se vea exteriormente como una gesta
emancipadora. Así de timorato, Lugo, se fue, sin pena ni gloria, acusado de
ser el responsable de 17 muertes ocurridas en el marco de una represión llevada
a cabo por integrantes de fuerzas represivas equipadas por el propio estado con
capacitación, indumentaria y armas capaz de matar personas.
El revival de la maldición de Malinche otra vez se hace
presente, con un personaje que no ha sido capaz de controlar la estructura
estadual a su cargo y no me cabe dudas que detrás de su destitución hay pulpos
capitalistas transnacionales mucho más grandes, pero él no sólo no los denunció
ni los criticó ni accionó contra ellos, sino que permitió que hicieran lo que hicieron en su país
mientras él fue presidente, que no fue otra cosa que lo que venían haciendo desde siempre. Eso sí, los asesinatos que predeterminaron la caída de Lugo siguen estando impunes, ni "vencedores" ni "vencidos" se están haciendo cargo de dilucidar esas muertes, determinar quiénes han sido los ejecutores y responsables de esas muertes y honrar a esas personas que defendieron con su vida el acceso al territorio y el derecho a una vida digna.
El Perú nos duele
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La policía reprime a los familiares de Joselito Vázquez, durante su funeral. Él fue una de las víctimas fatales de las protestas contra el pryecto minero Conga, en Cajamarca, Perú. Foto: Ernesto Benavídez. |
El Perú siempre nos ha dolido y hoy sigue doliéndonos, fundamentalmente porque la historia de Perú siempre antecedió el nefasto devenir de
toda América Latina: hace casi 500 años los españoles destruían el Imperio Incaico, como dije al principio. Al primer lugar de Sudamérica que fueron fue ahí, así como con los Aztecas, los conquistadores, movidos por las ambiciones y la codicia, primero fueron donde estaba la riqueza y
después fueron por el resto.
En Perú, los muertos puestos por el pueblo se siguen contando por decenas y la
pérdida de la soberanía nacional es un hecho recurrente,
independientemente de quien gobierne ese sufrido y desvastado país:
Fujimori, Alan García o este Ollanta Humala, que lamentablemente no hace para nada honor al origen de su propio nombre: es tan cipayo y extranjero en su tierra como sus antecesores.
Jamás terminará de entenderse, dentro de los cánones del sentido común, porqué un país tan rico y megadiverso siga teniendo niveles socioeconómicos tan bajos a nivel mundial, sólo por el hecho de que los depredadores de ayer, hoy y siempre continúan haciendo lo mismo: saquean primero al Perú, que es
el país más rico y megadiverso del continente, después van por el resto, incluido Argentina, predestinada por designio de sus propios gobernantes al
mismo derrotero, salvo, claro que tratemos de impedirlo, sólo nosotros, porque
es un hecho concreto (no una suposición) que los gobiernos de cuarta de nuestros países están manifiestamente
aliados con el enemigo común, al cual abren las puertas sin ningún tipo de condicionamiento
y ponen a disposición sus fuerzas de choque en contra del pueblo organizado.
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La Asamblea El Algarrobo, que resiste el embate de las megamineras y la represión policial institucionalizada, en la provincia de Catamarca, Argentina, llevó todos sus estandartes al desfile de los 354º aniversario de la fundación de Andalgalá, en cuyo entorno se localiza la mega explotación de Bajo La Alumbrera, que contamina tres provincias, y el proyecto Agua Rica, que pretende llevar adelante una explotación más grande aún. Foto: Asamblea El Algarrobo. |
No podemos esperar que estos gobiernos corruptos
y complacientes con el imperio y la oligarquía (que para la masa complaciente se
autoproclaman "progresistas" "socialistas" o de supuesta
izquierda, mascarada retórica que bajo la cual se esconcde su escencia evolutiva refinida del neoliberalismo que los antecedió), tomen la iniciativa para defendernos de las corporaciones urdidoras
y artífices del saqueo y la devastación. En Latinoamérca, así como Argentina,
la democracia es una mera ilusión o una mascarada que permanentemente nos evoca
a los espejitos de colores de la conquista y colonización, tan vigentes 500
años después. La decisión de cambiar está únicamente en el pueblo reunido y organizado, y no (como algunos despistados trasnochados pretenden hacernos creer) en los falsos mesías, que no son otra cosa que mescenas del capitalismo y la globalización.