Es este país, otrora prodigioso, donde en un recóndito extremo de su geografía, cierran una escuelita y exilian a sus maestros, por que sus niños están contaminados con plomo, en vez de cerrar a la mina que la contaminó y meter presos a sus titulares.
Es este mismo país, otrora bendito, donde en el otro lejano extremo, hay ciudades excelentemente planificadas, con ríos de aguas servidas fluyendo por las calles y hospitales donde cocinan para los enfermos al lado de los muertos que se pudren, si! ahí mismo! donde millonarios fondos anticíclicos desaparecen misteriosamente y los funcionarios atropellan con sus vehículos a los ciudadanos que protestan (y que encima luego son apaleados y encarcelados por la policía), donde la justicia no sólo no encarcela a esos funcionarios violentos y corruptos, sino que les permiten seguir manejando (sus vehículos y los fondos proviciales), en un claro mensaje de seguridad vial hacia la ciudadanía y también de ética en el uso del erario público.
En otro lugar de este país, mientras una funcionaria provincial (que curiosamente es la esposa del gobernador) jugaba a los autitos chocadores, sus punteros repartían gorritas con su retrato, en lugar de repelentes o espirales o lo que fuere necesario para enfrentar una situación que ellos mismos no pudieron o no quisieron prevenir, a pesar de que el problema revoloteaba ante sus narices y zumbaba ante sus oídos. La única respuesta oficial ante la desbordante realidad es negarla ante los medios y sembrar confusión, generando una inexplicable guerra de cifras (infladas y desinfladas al ritmo de la inflación manipulada por el gobierno), ante lo que cabría preguntarse… ¿porqué tanta prevención si supuestamente el problema no existe o es mínimo?
O sea, redondeando, mientras esos funcionarios continúan enfrascados en el coqueteo insalubre del proselitismo político, priorizando lavar su imagen putrefacta, en lugar de ocuparse de los descalabros engendrados por su arrogancia y su soberbia... mientras todo eso pasa... empiezan a morirse ciudadanos, ya no por hambre o contaminación, ahora por causa de un mosquito infectado, causa que para el imaginario del colectivo social no debería tener nada que ver con la enfermiza desidia y negligencia de quienes manejan los destinos de un Estado deliberadamente bobo.
Acaso los gobernantes de este país, en teoría dignos representantes elegidos para que, en base a sus capacidades personales, tomen las decisiones más adecuadas en procura del bien común; esos portadores de representatividad y por ende, decisores sociales... ¿no son los principales responsables de esas muertes indudablemente previsibles? ¿tampoco son responsables de la deforestación, la contaminación, el saqueo de los recursos naturales y el patrimonio nacional, el abandono y la discriminación hacia los pueblos originarios, el deterioro de la calidad de vida y la destrucción del tejido social y de la esperanza de la gente? ah no? y entonces... ¿para qué gobiernan? ¿a quiénes representan? ¿en función de qué deciden?
A modo de corolario, como para empezar a revelar las claves del cipayismo oficial hacia la oligarquía y el imperio, o como para tratar de justificar la elucubración de distractivas teorías conspirativas por parte de un grupo de trasnochados; en definitiva, al sólo efecto de encontrarle un sentido pragmático a tanto rebuscado sinsentido: sería menester dilucidar... ¿cuánto habrá aumentado el patrimonio de esos funcionarios mientras la vida de esas personas irremediablemente se esfumaba?
Lic. Federico Soria
Artículo publicado en Diario MDZol y Los Andes de Mendoza el 31/03/09 y el 05/04/09
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