Algunos responsables sociales de Malargüe se han caracterizado por su retrógrada flaqueza mental y por eso suele sorprender desagradablemente su arenga extemporánea, que afortunadamente tiene poco eco fuera del ámbito local. Esa reiterativa flaqueza fue nuevamente exhibida en el reciente discurso pronunciado por el Presidente de la Cámara de Comercio de Malargüe con motivo del Día de la Minería (el 7 de mayo de 2009)
Por sus características sociopolíticas, Malargüe no deja de ser un feudo dentro de Mendoza, pero ese feudo tiene un territorio vasto que ocupa nada menos que la tercera parte de la provincia, es dos veces más grande que Tucumán y la mitad de Neuquén. En él se localizan las maravillas naturales más singulares de Mendoza que han despertado el interés del mundo, lamentablemente por la mezquindad de unos pocos, esos tesoros no pueden ser protegidos para beneficio y goce de la población y consecuentemente la comunidad local vive en una chatura económica que pareciera ser interminable, fruto de un desarrollo basado en actividades insustentables y emparchado con asistencialismo. Cuando uno visita esa localidad no deja de llamar la atención su mezcla híbrida entre ciudad futura y pueblo olvidado del interior, pero un análisis más profundo revela que el progreso de sus habitantes está condenado inevitablemente al desarraigo o la estanqueidad, porque el desarrollo de Malargüe planteado desde los ámbitos oficiales y un sector del empresariado local nunca ha contemplado la sustentabilidad. Con la actual gestión del gobierno provincial de Mendoza, está quedando demostrado que la forma de guiar los destinos de la sociedad adoptada hace años en Malargüe (que hoy están intentando transpolar como modelo para toda la provincia) tiene un gran rechazo de casi toda la sociedad mendocina.
Si de acuerdo a la nostalgia de muchos, Malargüe fue otrora próspera y ahora está como está, es porque evidentemente su desarrollo se basó en una economía por demás insustentable, que siempre tuvo como pilar fundamental la expoliación de los recursos naturales, lisa y llana, sin retorno de ningún tipo para la comunidad local, más que alguna transitoria dádiva que rápidamente se esfumó, además de un ambiente natural (calificado como singular a nivel mundial) severamente impactado. Esa misma insustentabilidad es la que todavía pregonan y pretenden revivir y perpetuar como modelo de una sociedad aislada y paralizada en el tiempo, por la ineptitud y negligencia de alguno de sus referentes, una visión cortoplacista que sólo pesigue intereses particulares alejados del colectivo social.
Malargue necesita inevitablemente un cambio de rumbo y mentalidad si pretende en algún momento despegar definitivamente.
Lic. Federico Soria
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