Hace aproximadamente dos años y medio, iniciábamos este espacio de expresión con un posteo
hablando de "Desarrollo Sustentable" que hasta ahora resultó ser por lejos el más leído. Este primer artículo era la reproducción de una conferencia dada en el año 2000, la cual marcó en aquel entonces mi inicio en las lides de la lucha contra la megaminería saqueante, secante y contaminante que afecta a grandes porciones del territorio nacional y de toda la “patria grande” de América Latina.
Iniciado el 2012, nos encontramos ante una nueva arremetida de las corporaciones en Argentina, que se produce una vez consolidado en las urnas el gobierno garante de tamaña depredación, con casos de flagrante violación a los derechos humanos consagrados en la Constitución Nacional y la legislación ambiental, como lo fue (por citar sólo algunos ejemplos) la derogación de la ley provincial 3981 de Río Negro o el nuevo intento por destruir el Nevado del Famatina en La Rioja, con hechos de censura, espionaje y represión.
La respuesta de las poblaciones afectadas ha sido renovar e intensificar la lucha social a través de la movilización, la protesta y los bloqueos a las empresas saqueadoras; y consecuentemente la contrarrespuesta del bloque conformado por gobierno y corporaciones ha sido la intensificación de la criminalización de manifestantes, con causas inventadas en la justicia (con el nuevo aditamento de la Ley Antiterrorista); y el aumento en grado y violencia de la represión, ya sea ejercida por las propias fuerzas armadas y de seguridad (que son instruidas y equipadas con dinero de todos los argentinos para provocar daño en las personas) o grupos tercerizados que ejercen de hecho el estado de sitio en grandes porciones del territorio nacional, donde evidentemente hace tiempo que el Estado Argentino ha cedido su soberanía en favor de las corporaciones extranjeras que (a expensas de gobiernos entreguistas) han pasado a suplantarlo y ejercer el control en todos los aspectos de la administración pública.
Conviene entonces empezar a reafirmar conceptos técnicos, para hacer frente a la consiguiente ideologización apócrifa de la ciencia y descalificación de los saberes ancestrales, que gobierno y mineras intentan llevar a cabo para imponer el modelo de la devastación a lo largo y ancho del territorio nacional
Las estrategias del discurso megaminero propalado por empresas y gobiernos incluye la manipulación y descontextualización, no sólo del significado de la terminología específica sino también de las imágenes, apoyados por un importante aparato comunicacional, cuya tarea es principalmente desviar el foco de atención de los padecimientos que la población sufre por la imposición del modelo. En este marco se inscribe el cuestionamiento a quienes se oponen, por el solo hecho de mencionar si las imagenes corresponden o no al contexto y/o a la coyuntura. Como ejemplo están las dos imágenes de arriba: una es de una represión ejercida en 2008 contra pobladores del Amazonas, en Brasil que se oponían a la deforestación, la otra es de la represión ejercida hace unos días por la policía en Andalgalá (Catamarca), contra manifestantes que bloqueaban el paso de camiones mineros. A la obsecuencia debida le encanta aplicar el ejuego de las "siete diferencias", pero es indudable que las similitudes de coyuntura y contexto no adminten mayores diferenciaciones: La apropiación y el saqueo de los bienes comunes, así como la devastación de su territorio y la violencia ejercida por los gobiernos contra su propia población es un problema recurrente de toda Latinoamérica y su historia, más allá del maquillaje que el cerco político-empresarial decidan adoptar para la ocasión.
Las principales falsedades ideológicas discursivas de la megaminería:
“La industria minera”
La megaminería que se ejerce en los países del tercer mundo, también denominados subdesarrollados (como el nuestro) es una actividad extractiva, no una industria, porque no tiene proceso productivo y menos aún, genera manufacturas que puedan ser liberadas al mercado para el consumo de la población, sino que genera materias primas destinadas exclusivamente a un reducido séquito externo que puede adquirirlas; consecuentemente el material extraído no tiene valor agregado en origen. Al generar extracción en vez de producción, mal puede decirse que sea “necesaria” porque no responde ni se desarrolla en función de las “necesidades” de la población, sino que las explotaciones y el consecuente daño ambiental y social, se lleva a cabo exclusivamente en función del interés de unos pocos privados a los que en escencia poco gravita dicha necesidad, sino más bien sus decisiones están motorizadas por un mero afán de lucro personal que produce el negocio.
"La minería sustentable"
La minería no es sustentable, sencillamente porque es una actividad basada en la extracción de bienes comúnes (mal llamados recursos naturales) no renovables, encerrando en sí misma el germen de su propia autoextinción. El concepto “sustentable” o “sostenible” implica por definición y etimología, perpetuidad en el tiempo (al menos de alcance intergeneracional) sin perjuicio el entorno y permitiendo que los beneficios sean repartidos de manera equitativa entre todos los actores involucrados y que los mismos también lo sean de manera equitativa aprovechables para las futuras generaciones. Esto es algo que la minería de gran escala impulsada por el gobierno y las corporaciones, no garantiza en lo más mínimo. La expresión "minería sustentable" es una ideologización conceptual ideada por el empresariado minero con el único fin de manipular a la opinión pública, que en nada tiene que ver con un concepto técnico-empírico.
"La minería es necesaria (o indispensable) para artículos de uso cotidiano"
Otra mentira, quizás esta es la peor de todas, primero porque la minería no es el único medio para la obtención de metales: en los basurales del primer mundo hay muchos más metales que en toda la cordillera, por lo tanto en el mundo moderno la minería no es necesaria ni menos aún indispensable, sí lo es el reciclaje...
Además ninguna de las empresas mineras que operan en Argentina nos certifica el destino de los minerales extirpados de nuestra tierra (no lo hacen ni están dispuestas a hacerlo: seguro algo deben ocultar), por ende realmente no tenemos ni la más mínima certeza sobre si los mismos realmente van a ser empleados para fabricar estos artículos de uso cotidiano que tanto hablan, como puede ser televisores, autos, teléfonos computadoras, etc (que nos van a vender a valores más altos que en sus países, siendo que nosotros proveemos la materia prima); o si en realidad los utilizarán para armamento, equipamiento militar y tecnología aeroespacial de los mismos países que nos están saqueando que seguramente emplearán para someternos y seguir garantizando la continuidad del saqueo; o para objetos suntuarios; o para los tesoros de esos países.
"La minería responbsable"
Esta frase representa otro invento maniqueo del sistema que es reproducido a tontas y a locas en iguales proporciones por empresas y gobierno. Este “concepto” involucra dos aspectos fundamentales del sostén filosófico del capitalismo corporativo globalizado, basado en la expoliación del territorio y los bienes comúnes:
- La responsabilidad social empresaria
- La licencia social para llevar a cabo proyectos de envergadura
"La responsabilidad social empresaria en minería"
El mecanismo de la “responsabilidad social empresaria” es ejecutado con un alto grado de retórica o maquillaje discursivo que acompaña una serie de medidas asistencialistas en el entorno de las explotaciones, donde las empresas se autoadjudican roles que el estado a través de sus diferentes ámbitos y poderes no ejerce o deja ex profeso en manos de las corporaciones.
Estas medidas incluyen desde la construcción de infraestructura básica de salud, educación, esparcimiento, transporte, etc. Hasta aportes en materiales (siempre en comodato) a productores locales, como entrega de maquinaria, capacitación y tecnología; o directos a la población, como electrodomésticos, casas y hasta dinero en efectivo.
Debe remarcarse que la totalidad de estos actos de “beneficencia” de las empresas son facturados al estado, ya que la legislación impositiva de Argentina permite que estos gastos que efectúan las corporaciones se deduzcan del impuesto a las ganancias. Como la ley de inversiones mineras también contempla el retorno de los montos que las empresas declaran como “inversiones”, la deducción es doble y por ende:
- El estado paga el doble por esos servicios desatendidos, o dicho de otro modo, el estado despilfarra el dinero de todos los argentinos para ceder su soberanía a potencias extranjeras dentro de su territorio.
- Las empresas mineras tienen vía libre para lucrar con la “beneficencia”, un negocio aparte de su actividad específica, que le deja ganancia del 100% a costa exclusiva de las necesidades de la gente.
"La licencia social para la megaminería"
Se podría decir que la imposición de la megaminería en las comunidades locales es un verdadero “arte” ya que básicamente cada vez que se busca imponer megaproyectos que son naturalmente rechazados por las poblaciones locales, se intenta “dibujar” verdades y opiniones favorables para montar y procurar sustentar una puesta en escena ficticia de una aceptación que no existe. Está claro que esta operación incluye todo tipo de procedimientos contra quienes se oponen, como ser:
- Tareas de inteligencia y espionaje, como las descubiertas en Famatina por parte de la empresa Osisko
- Amedrentamiento y violencia directa contra la población, como el que ejerce Minera Alumbrera en los pueblos del oeste catamarqueño.
- Ocultamiento de información, como los derrames e infiltraciones producidas por minera Alumbrera en el dique de colas y el mineraloducto de 300 km. que atraviesa el Aconquija o las muertes de trabajadores en las minas de Santa Cruz.
- Falsedad ideológica, al fraguar información en los estudios de impacto ambiental e informes técnicos de los proyectos, de los infinitos ejemplos existentes se puede mencionar el caso de Minera San Jorge, en Mendoza, que tiene una causa penal en la justicia contra directivos de la empresa y funcionarios de gobierno por esta cuestión.
Con la gran cantidad de información disponible a cerca del daño ambiental y social que produce la minería metalífera de gran escala con uso de sustancias tóxicas; y la violencia verbal y física que ejercen corporaciones y gobiernos para imponer el modelo extractivista, más el andamiaje legal especialmente aceitado para que puedan operar con total impunidad, es imposible demostrar con hechos concretos la existencia de “Licencia Social” para esta actividad, por eso se hace un uso exacerbado y abusivo de la retórica, al punto que llega a representar un gasto mayor que el que empresas podrían emplear en el desarrollo de tecnologías alternativas más amigables con el entorno y para el gobierno resulta más oneroso que invertir en desarrollos alternativos para las poblaciones locales. Está claro entonces que la minería de gran escala ejercida por grandes empresas transnacionales, es primero que nada, un negocio de pocos.
Y alguna vez dejamos de lado tanta farsa forzada y consideramos modelos alternativos que proponga la propia población?
Más allá de todo lo expuesto, es evidente que la política minera de gobiernos y empresariado menosprecia el principio de autodeterminación de los pueblos, al intentar imponer por la fuerza un modelo que se contrapone con los intereses de las poblaciones donde estas explotaciones se llevan a cabo, produciendo daños ambientales y perjuicios a las demás actividades tradicionales, como la agricultura, la ganadería y el turismo.
Además los gobiernos jamás han planteado ni considerado alternativas al modelo megaminero, por ejemplo: un parque nacional (o cualquier tipo de área natural protegida con status legal) en lugar de una explotación minera: no sólo se protegerían el territorio y los bienes comunes, asegurando su disponibilidad y acceso para todos, sino también con manejo adecuado se generarían más puestos de trabajo y una distribución más equitativa de la riqueza, con la posibilidad de que la misma quede en el lugar. En este caso sí podemos hablar de un desarrollo sustentable o sostenible, ya que podemos hacer un uso racional de bienes comunes renovables garantizando el beneficio y goce para toda la población y su disponibilidad a las generaciones futuras.
Eh aprendido mucho con tu artículo, gracias por el saber compartido!
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