Transcribo a continuación una serie de reflexiones sobre el artículo denominado "subdemocracia, el mal de la república" (cuyo enlace está en la publicación anterior), enviadas por Gustavo Macayo, de Esquel
¡Muchas gracias Gustavo!
1) No hay dudas que el sistema político es un fiel reflejo de lo que está pasando en la sociedad en general: hay un alto grado de disolución social, alimentado por la sensación cada vez más fuerte que sentimos muchos, de que la clase política es un pequeño grupo privilegiado que se quedó en un país virtual (light) y la sociedad está viviendo en otro muy diferente y real, cada vez más distanciado de su dirigencia, a la que se mira con mucho escepticismo y desconfianza. No caben dudas que estamos muy lejos de Grecia, donde la democracia funcionaba bastante bien, entre otras cosas, por lo reducido de la población, y porque el sistema político estaba organizado en 'ciudades estados', con mucho contacto directo de los ciudadanos entre sí, con una suerte de 'alianza' o 'confederación' entre todas las ciudades con fines casi puramente militares y de defensa. De hecho, en países pequeños, y en Municipios con alto grado de autonomía o de aislamento respecto al sistema globalizado, la democracia sigue funcionando bastante bien. Pero es indispensable que haya valores en la sociedad, lo que parece estar en aguda crisis en la Argentina de hoy.
2) La campaña no es más que un aspecto más del sistema económico-cultural, donde el voto es el nuevo producto a comercializar o a consumir; por lo tanto el que tiene más dinero publicita mejor su producto. Y ni hablemos del gran negocio que están haciendo los medios masivos con todo esto (los que realmente gobiernan hoy). No puede ser que los candidatos no tengan espacios y horarios preestablecidos, delimitados e igualitarios, para emitir y publicitar sus propuestas, como ocurre en otros países, (Ej.: Brasil), donde esto está minuciosamente regulado. Todo esto hace que el resultado final (escrutinio) esté profundamente devaluado.
3) En las últimas elecciones fue muy difícil encontrar boletas de los partidos que hoy están en franco crecimiento en la opinión pública (Ej.: Pino Solanas y ARI). Esto, sumado al hecho de que el voto en blanco (desde la reforma constitucional de 1994) ya no se cuenta más en los cómputos y porcentajes que exige el sistema electoral para acceder a los cargos, lleva a la gente a votar al 'menos malo', del cual generalmente no hay boletas, lo que desvirtúa aún más la real expresión de la ciudadanía, y siembra mayores dudas sobre los resultados.
4) Este panorama se ve agravado por la demostración pública de autoritarismo, falsedad, corrupción e impunidad que realizan muchos candidatos, especialmente los que ya están ocupando cargos totalmente incompatibles con las candidaturas que ejercen (Encima blanqueados por la justicia). Esto úlimo, sumado a la creciente banalidad, superficialidad y 'tinellización' de los discursos y las propuestas, y los escasísimos debates que se producen, no hace más que aumentar el desinterés, fastidio e indignación que produce hoy el proceso preelectoral en la generalidad de la población.
Creo que nuestra clase política está jugando con fuego, y antes de que reaccionen 'estallará el escarmiento del pueblo', como decía el general.
Cordialmente,
Gustavo Gabriel Macayo
Esquel Chubut
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