"Por feliz coincidencia, hoy el mundo celebra el Día Mundial del Agua. Me gustaría comenzar rindiendo homenaje a los militantes del Agua, que aquí, en Mendoza, y muchas otras comarcas del mundo, dedican sus mejores energías, mujeres y hombres, a luchar contra los enemigos del agua, contra las empresas mineras que la envenenan, contra la industria forestal que reseca la tierra, y contra todos los que pecan contra la Naturaleza, que la traicionan, queriendo convertir al Agua en una mercancía, cuando el Agua es, y quiere seguir siendo, un derecho de todos". Palabras de Eduardo Galeano, al recibir el Doctorado Honoris Causa de la Universidad Nacional de Cuyo, 22 de marzo de 2011.
y acá va mi poema dedicado, con la mayor humildad y respeto...
PALABRA MILITANTE
Palabra militante sólo ha de ser
aquella que se piensa con el corazón
y se pronuncia con el alma,
libre de cualquier mandato,
de cara al viento o bajo la lluvia,
posicionada fervientemente ante todo
del inequívoco lado de la vida,
es palabra que nunca morirá...
Palabra que genera luz
es la que revela y se rebela,
es la que se desvela a la luz de las velas,
es la que vela por quien se desvela
para que la palabra revele y se rebele
a través de otras palabras que den a luz
revelaciones de rebeldía y rebelión.
Palabra que colabora con la labor
de pasar las palabras por colador
aporrea malhabidas y apócrifas malandenzas,
malacológico abalorio malabárico
desalambra alardeos bacanales,
y envoltorios supletorios parafernales
de ínfulas superfluas que insuflan efluvios
sobre sobras de sombras y escombros.
Palabra que acapara más palabras,
apaleadas y a paladas propaladas
impelidas e impedidas de callar;
encalladas en boca de aquellas palabras
aparentemente irreverentes
que se paran y equiparan
revolución con evolución,
resolución con solución,
reacción con acción.
Palabra atenta a lo latente,
ante el ente que late como dislate,
atentamente paciente en las mentes de amplia y alta frente,
refrendan ofrendas de frente a las afrentas que afrontan
y confrontan, enfrentadas a las ataduras
duras que perduran y atan a la cordura.
Se desatan como imtempestivas tempestades,
tizne de tiza que se triza quebradiza,
que después se vuelven brizna de brisa sin prisa,
que reconforta como las confortables palabras
suaves susurradas en una cuna o en una tumba
a los que están vienendo o los que se fueron.
Palabra que por lo visto
levita por sobre lo visto
y toma vista de lo previsto
para que lo imprevisto sea
como revista recontra vista;
la que levanta el velo,
la que levanta vuelo,
la que levanta revuelo,
la que leva ante lo que ve
y estalla cuando falla o se cuelve canalla,
cuando la palabra descalabra y desbarranca
cuando arranca de gente atorranta.
Palabra que remonta rémoras
y monta a remo remotas montañas
de antaño y mañana que añora añoranzas;
rememora remembranzas, mora en la lontananza
de los deseos que se desean desde siempre,
o las esperanzas que se esperan por siempre.
Palabra de orfebre que absorbe orbe
al borde del desborde y del burdo bardo,
aborda por la borda una bordada bordona,
por sobre los fondos de las fondas y los fundos
refriega in-fraganti la flagrante fragancia,
de la calcinante y recalcitrante voz,
como aquellarre que grita y grita lacerante
desde el recóndito recodo acodado de las ruinas.
Palabra que se abre paso
entre las cosas que reposan
con porfía y perfidia de hidalguía,
templado templario que contempla con temple,
empuje en la puja que estruja rastrojos,
desparpajo de andrajoso espantapájaros
pajoso y pajizo,
adventicio, advenedizo.
Reseca resaca que rasca y enrosca,
con sorna y con sarna,
descarna y desgarra,
la ilógica lógica de las logias.
Palabras que derriban muros de codicia
y avaricia con caricias subrepticias
que barren abarrotado desbarro,
que borran el barro,
que desafían prejuicios
que difuminan infundados injundios,
que desentraman la trama
estrujadamente antojadiza
de etiquetas que empaquetan
y estigmas que estaquean
y se atragantan de estanqueidad.
Palabras que celebran labranza,
que cavan canales y trazan caminos,
que abren puertas y tienden puentes,
que surcan la tierra y dejan huella;
como aquel duende libertario
que cruzó kilómetros de río turbio y correntoso
nadando entre pirañas y sanguijuelas
para brindar con los enfermos y festejar la vida,
o aquel otro que todavía cada tanto platica amablemente
con un escarabajo que usa lentes y fuma pipa,
sabias palabras que fuyen como savia
y confluyen en árboles que conforman
frondosos bosques virginales
de sabiduría cósmica y ancestral.
Palabras que no acatan la consigna
del úselo y tírelo
sino que se recogen y guardan
donde más hondo calan,
como recordadas evocaciones
o como recuerdos que se evocan
de boca en boca, palabras andantes,
que se tragan las bocas del tiempo,
que encuadernan libros que dan abrazos,
que redactan cartas al señor futuro,
que destilan memorias del fuego,
que conciben y engendran a los hijos del señor futuro,
que suturan las venas abiertas de América Latina.
Palabras que pulverizan tinieblas,
y cauterizan cicatrices.
Palabras que tejen sueños
y destejen telarañas,
esa palabra imprescindible, indeleble,
insaciable e irasciblemente sensible,
es la plalabra que levanta utopías
como ejemplo de vida
y estandarte de lucha.
Federico Soria 13/04/2015
Me encantó, Federico, porque esta palabra, está tan mal usada, que se ha convertido en MALA PALABRA PARTIDISTA...Gracias por ser !!
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